miércoles, 16 de diciembre de 2009

Antes de dormir...

Cae la noche y con ella mis ganas de soñar. Te siento aquí a mi lado, recorriendo mis ojos, mis mejillas, mi boca. Tus dedos juguetean con mi cabello, y me abrazas fuertemente sin querer dejarme de ir. Estás aquí conmigo, siento tu aliento en mi nuca y un escalofrío me invade. Acomodas tu cara en el espacio que hay entre la mía y mi cuello y dices todo aquello que conservaste sólo para ti. Te veo, me ves… y esa sonrisa que me detiene el mundo aparece sutilmente. Te acercas… Me besas. Solos, en la oscuridad de mi habitación, me llevas a otro mundo, a un lugar que no imaginé ni en sueños. Acepto tu invitación, y permito me transportes al sublime espacio del amor. Nuestra cómplice y única testigo de lo sucedido, es aquella vieja amiga, que acompaña mis noches en tu ausencia, y que me hace sentirte más cerca a pesar de los kilómetros desde donde te encuentras. Sé que es un goce para los dos su compañía, y conservo la esperanza de que en esos momentos en los que no estás, al menos la observas, pensando en lo que estaré haciendo. Yo llevo la misma tarea cada noche, antes de dormir, preguntándole cómo es que te encuentras, cómo es que te observa ese día y pidiéndole sea mi mensajera al brindarte las buenas noches y un bonito sueño en el que esté presente. Es después de realizar esto, que mando un beso al aire, esperando al ir a la cama, que pueda llegar a su destinatario atravesando todos los obstáculos que existen, y que al dormir, recibas al menos en forma de una cálida brisa, el regalo que espero brindarte a tu vuelta.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Días dificiles...

La incertidumbre me embargó durante algunos días. Sentía temor por lo que sucedería, por la situación en la que podría encontrarme gracias a una serie de sucesos que fueron clave en este momento. Tenía mucho miedo, no sabía qué ocurriría. Sin embargo, creo que lo que más temor me daba de todo ello, era el hecho de que perdería la garantía de tu compañía. Y es que, aunque no te conozca completamente, esperaba que en el futuro tuviera esa oportunidad. Me daba miedo saberme sin ti, reconocerme en tu ausencia. Podría decir que lo hago ahora, pero en esos días tan inciertos, me hallé en la obligación de asimilar que no volvería a verte. No quería pensar en eso, no quería lidiar con aquel dolor… Y es que tendría que dejar a un lado todo eso que has formado en mi vida: tu dulce mirada, tu tierna sonrisa, tus cálidos y sinceros abrazos, tu gentil voz, tu tímida personalidad; todo ello tendría que quedar en la caja de los recuerdos, y no quería que te convirtieses en ello. Quería sentir tu piel, escuchar tus pensamientos, encontrar tus secretos en ese mar de anhelos. Deseaba encontrar protección en tus brazos, y cariño en esos besos callados. Intentaba creer en la historia de hadas a tu lado. Por eso el sólo pensar en que me sería imposible verte una vez más llenó de tristeza mi alma. Me aferré a la esperanza, creyendo que las fuerzas del universo conspirarían para algo bueno, manteniendo mi fe intacta, con el único propósito de no perderte. Hoy día, puedo decir que la situación fue esclarecida. La zozobra quedó a un lado puesto que la situación que tanto me atemorizaba se disipó, dejando tranquila mi alma. Lo único que espero ahora, es la llegada de aquel joven callado y gentil, que inunde mis pensamientos y se apropie de este corazón.

viernes, 11 de diciembre de 2009

¿Bailamos?

Hoy lo que más quise fue tenerte cerca. Me encontré de pronto en un mundo donde la danza era el lenguaje en el que los humanos se comunicaban, en un hábitat que era desconocido para mi sin tu presencia. Y es que añoré cada paso, cada mirada, cada abrazo y esa unión de palmas entrelazando aquellos dedos… Deseé tanto ese momento. Sin embargo, ahí me encontraba, disfrutando de la algarabía que el lugar presentaba, de los viejos amigos, de los nuevos personajes en mi historia… y sin ti. Quise llamarte, decirte que hoy más que nunca me habías hecho falta, que anhelé un beso tuyo en mi mejilla, una caricia en mi rostro, un abrazo a mi medida, un te quiero de esos labios que tanto me fascinan y una dulce y tierna mirada en la que tus pupilas te delataran. Y fue entonces que quise tanto un baile contigo, en el que cada movimiento fuese el indicado, en el que me llevaras de una forma gentil, y que jamás despegaras esos ojos de mi. Esperé reír y tropezar contigo, sentir un vacío en mis entrañas cuando me tomaras por la cintura, y ese escalofrío en mi piel cuando sintiera tu aliento sobre mi cuello. Puedo jurar que sentí el ritmo y la gracia con la que me guiabas con tanto esmero y cariño. En ese momento recordé que jamás habías dicho “¿quieres bailar conmigo?”

Sin embargo, tengo la esperanza de que mañana al despertar recuerde el último momento de nuestro esperado vals…

sábado, 5 de diciembre de 2009

Enloquéceme

Concédeme la dicha de abrazarte, de sentirte, de saberte. Deléitame al mirarme fijamente, y que en esas pupilas me refleje, en el momento en que sonríes y me inspiras a soñar. Hechízame por completo acercándote a mi oído, diciéndome lo mucho que me quieres, lo especial que afirmas soy. Reinvéntame con tus historias, con tus costumbres, con tu juegos, permitiéndome conocer un poco más de ti. Adórame cuando sonrío, cuando te digo que te quiero, que te espero. Vuélveme un ser irracional con sólo un te quiero de tus labios, un detalle de atención tuyo. Embriágame de esa locura, con sólo uno de esos besos que mis labios esperan recibir. Ocúltame todo aquello que no quiero saber, teniendo mi propia historia en la que sólo tú debes ser. Entiéndeme cuando callo, cuando río, cuando lloro… recuerda que soy una niña con alma vieja, que adora los cuentos de hadas y pareciera haber vivido cincuenta años en pena. Susúrrame en secreto lo que más deseo escuchar, lo que anhelo que pueda pasar, lo que imagino y me encanta soñar. Detenme con esa voz gentil y segura, que me logra desconectar de lo que sea que esté haciendo. Sedúceme con incontables frases bonitas, y convénceme que el tiempo se detendrá en el instante en que me preguntes si quiero volver a empezar. Oblígame a no olvidarte de mi vida ni un segundo más. Condúceme a ese sentimiento que quiero vivir otra vez. Estreméceme con cada suspiro que me erice la piel. Conquístame con todos esos encantos que no crees poseer. Enamórame a cada segundo que no sea posible acaricies mi cabello, y aún así sepa de memoria el recorrido que realizan tus dedos. Embriágame de esa locura, llamada amor.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Delirio

Dame una razón para dejar de pensar en ti. He buscado y seguiré haciéndolo inútilmente, puesto que no hay algo que me haga olvidar esa fragancia que tanto me gusta, esa mirada que me transmite paz, esa sonrisa que me causa el mayor placer. Puedes no estar conmigo y aún así seguiré rememorando cada detalle de aquellas manos, cada centímetro de esos brazos: los personajes principales de las mayores de mis dichas con tus cálidos, sinceros y perfectos abrazos. Éstos, se han convertido sin duda en mis favoritos, puesto que enervan mi piel de tal modo que me hace estremecer. Sin embargo, la ausencia de una muestra de afecto es la que me invita a soñar cuándo será el día en que me brindes un dulce beso que me enamore aún más.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

A donde fuese... diría que si

Al fin del mundo, a otros planetas, a la luna, a las estrellas… Podría seguirte a donde tú me lo pidieras. ¿Que si es tonto? He de decir… que ahora no me preocupa esa interrogante, siempre que me encuentre a tu lado. Así podría ir contigo a donde quisieras, a donde se te ocurriera. El lugar menos imaginado, la plazuela más recóndita, el café más oscuro, la casa más tétrica, el corazón de la sociedad más alejada, las ciudades más viejas, los teatros menos concurridos, las bibliotecas más antiguas, el pueblito más humilde, el restaurante con la gente más refinada, el concierto del peor cantante en la historia, la firma de libros del autor que más detesto, el mercado más peligroso de la zona, al centro histórico menos reconocido, a la calle que es especial para ti por aquello que sucedió en tu infancia, a tu primer hogar, a ese medio de transporte que tanto te divierte, al Everest o al Amazonas. Da igual. A todo diría que sí, no habría objeción alguna en mi respuesta, y aunque mi mirada sea temerosa o contradictoria, la palabra que expresara en el momento de aceptar, sería lo que sellase el trato. Y es que puedo estar en algún lugar que aborrezca, tema o desconozca completamente, pero en tu compañía el entorno es lo que menos importa. Y cuando esos tus labios, dijesen “ven conmigo”, bastaría mi mirada perdida en los que se dicen tus ojos, para darte cuenta que a donde sea voy contigo. No hace falta que preguntes, indagues o te cerciores si la proposición me agrada, porque de antemano sabes que lo haría encantada. A la guerra, a la paz, a lugares donde humanidad es algo desconocido, gracias a toda esa serie de crímenes fatídicos e irracionales. A un nuevo mundo, al inframundo. A donde sea que tengas la ocurrencia de indicar. ¿Un bar de mala muerte? ¿Una iglesia bañada en oro? ¿Un santuario en la montaña? ¿Un bosque en las lejanas tierras de nadie? ¿Una isla desierta? ¿Un jardín abandonado? ¿La casa de tu desesperante prima? ¿El suelo donde mejor admiras el atardecer? ¿Los columpios de aquel parque que tanto disfrutaste en tu ayer? ¿La azotea donde tanto disfrutas las noches estrelladas? ¿La sala de estar que guarda el secreto esas lágrimas por filmes románticos y cursis que niegas ver? A todo eso yo digo ¿cuándo? que estoy libre hasta el amanecer…

Y después de todo ello, hay un lugar al que me encantaría ser invitada… tu corazón.

martes, 1 de diciembre de 2009

Hermosa decepción

Te vi. Logré visualizar cada detalle, cada mínima expresión de ese rostro. Alegué incansablemente que se trataba de ti y nada más de ti. Luché por aferrarme a esa idea, a esa ilógica ilusión. Dejé a un lado principios y normas, pues no importaba, al saberte aquí… al sentirte cada milésima de segundo, cada momento… sólo junto a ti. Estar a tu lado bastaba, sólo eso era esencial. Escuchar esa risa, reflejarme en esa mirada, encontrar mi lugar preferido en esos brazos, alucinar con esos… tus besos callados. Presencié una historia, una que nunca ocurriría, una frágil fantasía. Embriagué mi alma de esa sensación que los demás llaman amor, me dejé envolver por su melodiosa voz, por los susurros persuasivos que me invitaban a soñar. Lo que ocurrió después, es que no ocurrió nada. Se trató simplemente de una historia más de cuentos de hadas, en la que la ausencia de príncipe encantador, impidió el maravilloso final feliz.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Sensaciones

Ella buscaba la forma indicada de describirlo. Le resultaba imposible. Sabía que se trataba de una sensación que le brindaba alegría sin igual, sin embargo, un temor existía en su interior al mismo tiempo. Se trataba de un joven. En alguna ocasión leyó que los hombres tienen pasiones, y las mujeres lo que tienen son hombres. Decidir sobre el qué hacer le resultaba imposible. Era de esas personas que analizan a cada momento lo que hacen, lo que dicen, lo que viven. Con él fue diferente. Hubo un momento donde su sistema no le permitía dejar de analizar sus acciones, sin embargo, llegó un punto en el que sólo se dejaba llevar. Eso le causó sorpresa, pero le resultaba inevitable. A su llegada, hacía las cosas como su corazón lo dictaba. Sólo eso. No encontraba la forma de dejar a un lado todo ello, y sin embargo, parecía disfrutar el no poder hacerlo. Fue que los suspiros hicieron gala de aparición. Primer paso. Con el tiempo, la imagen de él no desaparecía de su mente. Labores y él, diversión y él, familia y amigos y él. Su concentración comenzó a perderse por momentos, y la actitud positiva regía sus pensamientos y acciones. El mundo cambiaba de color cuando él se presentaba. Segundo paso.
Uno de tantos días tuvieron un momento a solas. Él hablaba de la vida, de los planes que tenía, de sus sueños y temores. Ella escuchaba atenta, y asentía con la mirada, retroalimentando aquellos pensamientos compartidos. De pronto, sin más, la conversación se detuvo. Ninguno hizo algo al respecto, pues cierto aire en el ambiente los enfocó en algo más importante. Fue cuando se reconocieron. La chica no lograba de apreciar el inigualable sentido que él lograba darle a su vida, y cuando esas miradas se cruzaron, y se detuvieron por algunos minutos, fue que entendió lo que sucedía. Se había enamorado, sin quererlo o imaginarlo. Ahora se encontraba frente a él, con esa sonrisa mágica, con esa mirada sincera y carismática, con ese joven caballero que tanto le transmitía. Él no lo dudó. Supo en ese momento que ella era especial, que no se trataba de algo superfluo. No. Era diferente con ella. Esa cabellera castaña, esos ojos grandes y hermosos que lo veían con tanto cariño, esa sonrisa que le quitaba las palabras de la boca, esa presencia en frente suyo que le ponía nervioso, feliz y estúpido al mismo tiempo. Le tomó aquellas delicadas y pequeñas manos. Ella se sobresaltó pero trató de ocultarlo, sin embargo, un ligero temblor en sus dedos la delató. Fue entonces que sin más, el chico entrelazó sus dedos con los de ella, y levantó la vista, acercando su rostro de forma sutil y respetuosa, al de la joven. Ella podía sentir su respiración entrecortada, y el aroma que tanto le gustaba de él. Sus mejillas se rozaban, y entonces el chico le susurró al oído:
- Eres simplemente indescriptible. No quiero estar sin ti un segundo más.
Ella sonrió y sintió un hormigueo en todo su cuerpo. Se sentía viva, eufórica. No creía posible que todo aquello que imaginó en sus sueños estuviese ocurriendo. Entonces lo abrazó. Colocó sus manos alrededor del cuello, deseando que nunca terminara ese momento.
- No lo harás. Siempre voy a estar.
Fue cuando hizo contacto visual con él nuevamente. El chico la había rodeado con sus brazos por la cintura, y cada vez se acercaban más. En un segundo, sus labios se habían encontrado dando paso a un maravilloso e inimaginable suceso. Sus cuerpos temblaban, sus brazos estrechaban al otro sin querer dejarse ir. El tiempo dejó de existir. Lo único que importaba, era que ambos, se encontraban ahí, dejándose controlar por el corazón. Volvieron a mirarse y sonrieron automáticamente. Sin soltarla, el joven declaró sin dejar de observar aquellos radiantes ojos:
- Te quiero.
- Y yo a ti.

un sueño

Hoy quiero soñar contigo. Quiero verte siendo tú, brindándome todo aquello que nunca creí tener. Hoy quiero verte en mi sueños, y que seas personaje principal de ellos. Quiero que me muestren un mundo que ansío tener, una ilusión que no creí poseer. Y es que quiero que estés presente en mi vida, sea en sueños o en realidad, pero que estés… todo el tiempo. Por eso, quiero imaginarte haciendo cualquier cosa, o teniendo un momento especial, en el cual me brindes uno de esos abrazos que tanto me hacen sentir. Quiero ver tu sonrisa que me atrapa al instante, tus ojos que me envuelven con su brillo, tu cabello que despeinado o no simplemente me encanta. Quiero sentirte cerca, y que ese momento pueda congelarse, para así dedicarme sólo al observarte, al quererte, al enamorarme a cada segundo que pasa un poco más de ti. Quiero que me digas todo aquello que me dices en la realidad, quiero que me trates como lo haces a diario, que me derritas con todo aquello que es normal… quiero enamorarme aún más de ti al ir a dormir, y que al amanecer sea la persona más feliz, porque aunque no logré verte hoy, si pude soñarte.

martes, 13 de octubre de 2009

Sólo ella

No la veía así desde hacía años. Aquella ocasión, lo que tanto la enloqueció, fue la muerte de su padre. Su rostro reflejaba tristeza, dolor y decepción, sin embargo, su mirada desprendía ira y odio. En esa ocasión las lágrimas resbalaban y formaban un cauce interminable. No pensé que volviese a tener algún resquicio de aquel cúmulo de sentimientos. Estaba equivocada. Ahora lucía demacrada, albergando al llanto más doloroso que he visto. Su voz se quebraba, era incapaz de articular palabra sin romperse en llanto. Me parecía inverosímil que esa mujer de porte altivo, de andar seguro y voz profunda, se pudiese desplomar de tal forma. En ese estado, parecía una niña de seis años haciendo berrinche al haberle arrebatado su muñeca. Se veía indefensa, inconsolable, y transmitía cierta ternura que en sus cinco sentidos no habría logrado tener. La abracé. No dudó un segundo en ser receptora de ese cariño, del poco consuelo que intenté brindar. Me sentí bien después de todo, ya que al menos fui capaz de hacerme presente en momento tan difícil para su vida. La sobresaltó mi llanto. Siempre he tenido esa debilidad por sentir lo que el otro, y en ese momento, me invadió la pena al punto tal de llorar con ella. Bonito consuelo. Me enojé con mi sentimentalismo por presentarse en el momento menos apropiado, cuando se suponía tenía que ser el apoyo de ella. Sin embargo, recibió de buena forma mi compañía, y hasta podría decir que se sintió conmovida ante mi reacción. No me dejó ir. Me sostuvo fuerte y ahí permanecí a su lado, callada y pensativa, intentando entrar en aquella mente encontrada a sólo unos cuantos centímetros de distancia. La observé. No pude más que hacer eso. Estaba absorta en aquel vaivén de pensamientos, mirando hacia el infinito, sumisa ante el poder de aquel evento que le ocasionó ese quiebre interior. Se recostó en mi regazo y comencé a acariciar su cabecita rizada con tonos rubios y aperlados. Jugué con su cabello alrededor de una hora, hasta que el cansancio se hizo presente y el llanto se efecto. Se quedó dormida. Fue entonces que sólo pude romper en un llanto silente y vivir mi propio duelo, mientras levantaba una oración para aquella mujer que tanto me brindó, que tanto me enseñó.

martes, 6 de octubre de 2009

Entendiendo la felicidad

Le quería regalar su dicha, sus buenos momentos, su felicidad a todos aquellos que la rodeaban. No cabía en sí de la emoción que sentía, por cada atardecer visto, por cada anochecer en cualquier punto alto de la ciudad admirando esa bella vista iluminada, que tanta esperanza le causaba. No era capaz de describir todas esas sensaciones, todas esas emociones que le causaban caminar a la luz de esa luna de octubre, o admirar esa puesta de sol, en compañía de su amiga soledad.

Por primera vez se sentía plena, realizada, y contenta al lado de su compañera. Disfrutaba de ella, y al mismo tiempo, encontraba que se reconocía como nunca. Hacía tiempo que le había perdido el gusto a su fiel amiga, haciendo alarde de que no le permitía ver más allá. Quizás no lo hacía, porque de alguna forma la hacía internarse a ese mundo que temía: a los más misteriosos y profundos secretos de su alma.

Ese día, su sol brillaba más que nunca. Tal vez era uno en un millón, pero cómo lo saboreaba. Así, no importaba si el día de mañana las cosas cambiaban, si no quería saber nada de nadie, si quería que la vida terminase; ese día no… ese día no importaba otro. Era feliz, sin otra razón más que el hecho de que sus pies se encontraran sobre este suelo, sobre este mundo. La conmocionaba, y en ese rostro estupefacto de tanto cobijo, de tanto calor por parte de aquella luz, se escribían todas y cada una de aquellas palabras de gozo, placer y buenaventura. Su rostro irradiaba vida… y eso bastaba.

Había dejado a un lado aquella máscara de tristeza, pena y llanto. La guardó durante algún tiempo en el cajón de los recuerdos, para usarla sólo en ocasiones necesarias, sólo en los momentos críticos. Ahora, se permitiría una nueva perspectiva, y culminaba una etapa más que aunque la había transformado, llegaba a su fin.



- ¿Por qué ríes? - le dijo su compañero
- Por nada… es sólo que hoy lo entiendo

viernes, 2 de octubre de 2009

El príncipe

Creyó en el destino toda su vida. Estaba segura de que las cosas sucedían por una razón, y que las personas que se cruzaban en su camino de algún modo cumplían una función, y algunas más, dejaban huella. Desde pequeña, tuvo la creencia de que en algún momento su príncipe llegaría. No sabía si sería azul o verde, pero tenía el claro objetivo de que sería la persona que siempre soñó. Así pasó el tiempo, y la niña creció. Tuvo una vida normal en la que muchas personas fueron parte de su libro.

Sin embargo, ese motor en su vida, aquella creencia en el chico ideal, fue tergiversándose con el tiempo. En su viaje, existieron muchos caballeros con aspecto de príncipes, pero fueron muy pocos los que en realidad se comportaron como tales. De modo que, tuvo muchas decepciones, muchas falsas ilusiones que la obligaron a ser una joven incrédula. No estaba dispuesta a soportar otro evento que le dejara un dolor más fuerte a los que ya había experimentado. Su mundo entonces se cerró de tal forma, que no se permitía historias que la maravillaran, que la hechizaran. Estaba ensimismada en temas superfluos, vanos. No le interesaba encontrar a esa persona, o mejor dicho, no quería brindarse la oportunidad por temor a una nueva herida en su corazón.

Un día, sin esperarlo, hizo gala de aparición su príncipe. Era un chico noble y agradable, tenía un corazón enorme y le brindó su amistad. Ella le tenía mucho cariño y lo consideraba alguien especial en su vida, sin embargo, las ideas del amor ya no tocaban a su puerta, y nunca logró darse cuenta de todas aquellas señales que el chico le mandaba. Inconscientemente, repelía todos aquellos gestos de amabilidad y cariño por parte de su príncipe. Hubo un momento, en el cual la chica se preguntó lo que estaba ocurriendo, y dudó acerca de sus sentimientos hacia él, sin embargo, no quería tener una historia más de dolor. De modo que eliminó aquella idea y siguió su rumbo, intentando cumplir sus objetivos, siendo fiel a sus ideales, siempre independiente y feliz…

Fue un evento difícil el cual la hizo aceptar su realidad. En cierta ocasión que se encontró frente a la muerte, se dio el espacio para analizar qué cosas sucedían a su alrededor, cuál era el motor de su vida, qué era lo que había hecho y aquello que había dejado de hacer; qué estaba realmente haciendo en este mundo, y qué le gustaría hacer antes de partir. Sin que se lo pidiera, su príncipe estuvo con ella en todo este tiempo de duelo. La llenaba de atenciones, de cuidados. Siempre estuvo presente, y jamás pidió algo a cambio.

Una noche, de aquellos días trágicos en la vida de la chica, él la llevó al centro de la ciudad. Intentaba que saliera de todo ese ambiente crudo y triste. Realizaron una caminata por los andadores de aquellas calles con edificios de época, intercambiaron ideas y gustos mientras disfrutaban de la música que emanaba de los centros de entretenimiento ubicados en la zona, y saborearon algunos de los platillos típicos que se vendían en el lugar. Cuando estaban a punto de partir, después de una velada agradable y placentera, una vendedora de rosas se les acercó. Él sin más, tomó la más hermosa de las flores y se la dio a la chica. Después de pagar, siguieron su camino y entonces él se detuvo, en medio de un andador, y la miró fijamente. Se acercó lentamente, y entonces la besó. Ella no sabía todo lo que causaba en su persona, hasta ese momento. Dejó que el momento se congelara, y entonces entendió que siempre había existido. Era él.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Incipiente...

Sólo a través de la lluvia logré visualizarlo. Y fue extraño, pero sobre todo cautivante la forma en que se acercó, la forma en que me miró. No creí que en algún determinado punto, después de mi soledad y desinterés en estos temas, pudiera inhibirme un par de ojos color marrón, y más aún, que me inquietase de tal forma, esa sonrisa… única en su haber.

Me sentía ilógica, tonta, pueril. No imaginé que mi vida cambiase de pronto así. Sólo fue que sucedió, y cuando menos buscaba, cuando menos pensé, mi corazón gritó sin más, aunado del silencio de mi alma, que poco se atrevía a amar.

Dudé. Millones de veces pensé y pensé que no se traba más que de una idea en mi sistema. Intenté creer que era sólo una tonta quimera, una vana ilusión, una forma de escapar de aquello que tanto dañó mi interior. Fue entonces que el tiempo se encargó de borrar todo ese pasado… de desvanecerlo, hacerlo nebuloso, intacto. Sin más, justo cuando empezaba a no creer, cuando empezaba a aceptar mi nuevo estado indoloro, un haz de estrellas centelleantes dio paso a una nueva sensación.

Y entonces comencé de nuevo...

martes, 1 de septiembre de 2009

Daniela...

La quería. Existía ese algo que lo hacía sentirse especial en su compañía. No entendía las razones, los motivos, las causas o fundamentos que hacían que fuese ella y sólo ella quien le rememoraba y al mismo tiempo le causaba tantas emociones al mismo tiempo. Sólo le bastaba el sentirse feliz a su lado, el tener un poco de su esencia, su presencia, su existencia. No había otra, no había alguien más… Sólo ella… ella hoy, ella ayer, ella mañana… ella por toda la eternidad…

Le decían Dani. Pero para él era su luz de esperanza, el reflejo de su alma. Esos ojos centelleantes y esa melena castaña le recodaban tanto a ella. Le gustaba llamarla mi niña, ya que le hacía sentirse lo que siempre quiso ser para ella: el héroe de su historia. Finalmente, cree que hasta cierto punto si llegó a ser ese hombre – tío Dany, como ella le decía – que le cambió el mundo.


Tuvo un sueño en alguna ocasión, en el que ella aparecía, y provocó sentimiento tal que se prometió amarla en cuerpo y alma en el momento en que la encontrara. No dejó este pensamiento en algunos años, y fue hasta un lustro después que sin más, conoció a la chica de sus sueños. No había duda, era la misma. Los mismos ojos castaños, el mismo cabello rizado, los mismos hoyuelos en esa bella sonrisa; la misma silueta de diosa que recordaba de ese sueño tan real. Sin embargo, su andar, su hablar, no eran como lo había pensado. Se trataba de una chica de andar desenfadado y un peculiar lenguaje en el que utilizaba frases altisonantes que no provocaban espanto en su persona. Y aún así, era ella.

Inició el plan de conquista ayudándole con el equipaje. Ella sonrío y la ausencia de caballerosidad en su vida la delataron. Se sonrojó ante la amabilidad del chico, y accedió con una mirada fugaz al caballero. Así llegaron al destino de la chica, y de despidieron con un tonto adiós.

La espera lo carcomía. Pensaba que sería la última vez que la vería y se sintió el hombre más estúpido al no haber entablado un lazo más real. Ni un número telefónico consiguió gracias a su gentil hazaña. Sin embargo, a los pocos días, cayó en cuenta de que audazmente, la chica le había dejado una nota en su chaqueta, y así, sin más, decidió telefonearla.

- Bueno
- ¿Qué tal? Estoy llamando a la casa de … - Era el mayor perdedor… ni siquiera preguntó su nombre – Lo siento, no pregunté su nombre…
- Eres el chico amable… ¿el que cargo mi equipaje?
- ¡Sí! ¡Ese mismo – no sabía en sí de la emoción
- ¡Ah! Pues… hola… soy Mariana
- Y yo Daniel

Después de un afortunado pero tonto encuentro telefónico, se vieron. Así lo hicieron algunas veces más, y con el tiempo se fue construyendo una relación tierna, sincera. Ella era la persona más divertida, más simpática, más tierna. No entendía cómo era posible que quisiera salir con él, estar con él. Pero lo hacía, y parecía que pasaba buenos momentos a su lado.

Una genuina y plácida tarde, decidió que sería una buena ocasión para invitarla a dar una vuelta por el centro. Sin embargo, ahora sería algo más serio. De modo que prefirió llegar a su casa en vez de hablarle, y en el camino compró una rosa. Era el hombre más afortunado, había logrado llegar al corazón de la chica de sus sueños. Llegó al portal de la casa. Tocó una vez. Nadie salió. Tocó otra vez. No hubo respuesta alguna. Tocó en una tercera ocasión, pero estaba comenzando a preocuparse. Sin respuesta. Le llamó, y alcanzó a escuchar la contestadora adentro. No estaba.

Decepcionado, se marchó a su casa. Sin embargo, decidió seguir sus actividades y así pasaron los días. No supo de ella en varios días, meses, años. Llegó a un punto, en el que creyó que todo ello había sido un sueño más, y dejó pasar esta etapa de su vida para seguir con todo lo que le deparaba el futuro. Su rutina se convirtió en otra, en la ausencia de ella. A veces, cuando pasaba por su departamento, daba pasos más cortos y lentos, esperando que en cualquier momento, ella saliera del mismo o que viniera llegando a su hogar. Pero no fue así.

Después de varios años, él se convirtió en un joven exitoso y con un futuro prometedor. Había formado una familia y tenía una esposa que adoraba, así como dos hijos que le habían brindado muchas satisfacciones. Pero la idea de ella no lo abandonaba. De vez en cuando la soñaba, y despertaba sobresaltado asustando a Carmen, su esposa. Él le mentía diciéndole que era estrés por el trabajo.

En cierta ocasión, cuando regresaba del trabajo para comer, sucedió algo que no hubiese imaginado. Se sentó a la mesa y la sirvienta le hizo llegar su correspondencia. A Carmen le molestaba que la leyera en la comida, de modo que guardó el paquete en su bolsillo. Habiendo terminado, subió a su despacho para leer la correspondencia. Observó desinteresadamente uno a uno los sobres que se le entregaron, y entonces encontró uno que le llamó la atención. No era de algún cliente, o de una empresa, no tenía impreso el sello que automáticamente le informaban que eran cuentas por pagar. No. Se trataba de un sobre diferente. Entonces vio el remitente. Mariana Ponce. Era ella. Impulsivamente deshizo el sobre y desdobló un fino papel para leer.

Septiembre 20

Dany:

No sé porqué estoy escribiéndote. Quizás ni siquiera me recuerdas, o peor aún, me has borrado de tu vida por el odio que supongo sientes por mí. No te culpo. Fui la persona más cruel y despiadada. Sin embargo, quiero que sepas que no quise herir tus sentimientos, no quería hacerte sufrir. La realidad es, que creo que lo hice, y no tengo justificación alguna, pero debo decir que las causas que me obligaron a marcharme fueron más fuertes que lo nuestro. Entiéndeme Dany, yo no quería irme, no quería apartarme de ti. Sufrí mucho por tal hecho, y me sentí el peor ser humano al momento de hacerlo. Pero como ya te mencioné, tuve que irme. Fue un motivo familiar, en el que tenía que huir, o moriría. No hubo forma alguna en la que pudiera comunicarme de modo seguro contigo, pues cualquier medio que usase sería contactado por las personas que nos intentaban hacer daño. Sin embargo, quiero que sepas que no dejé de pensar ni un minuto en ti. Es ridículo que a estas alturas lo diga, porque estoy segura que después de once años seguiste con tu vida, formaste una familia, te propusiste ser feliz. Y finalmente, eso era lo que quería. Que fueses el hombre más feliz. Te ruego me disculpes, pues estoy moviendo fibras del pasado, y estoy consciente de que no es justo. Pero, después de tanto tiempo, creo que es el momento adecuado para pedirte una sincera disculpa por todo aquello que hice, sin pensar en lo que fueses a pensar, o sentir.

Tengo una hija. La llamé Daniela. Deberías de verla. Tiene unos ojos verdes como los tuyos, hermosos. Cada vez que me mira y me dice “mami” siento que veo algo de ti en ella. Es tan hermosa. En noviembre cumple cinco años. Es mi vida. No me casé. Cuando huí tuve que vivir como fugitiva alrededor de cuatro años, y fue hasta que me asenté en el norte del país que conocí a su padre. Todo iba bien, parecía que seríamos una pareja ideal. Me comprometí y al poco tiempo, me embaracé. Pero antes de nuestra boda, tuve que huir nuevamente de mi residencia, y cuando Rodrigo intentó defendernos, murió. Fue un hombre muy bueno, y me amó. Yo lo quise mucho, pero cuando me fui del país, sufrí el tener a mi hija lejos de su familia, y en ausencia de padre, tuve que cumplir el rol de ambos. Ella es muy lista, por ello tuve que explicarle que su padre murió para protegernos.

Daniel, yo sé que no tengo derecho de pedirte esto, porque tienes todo el derecho de odiarme, pero eres la única persona en la que puedo confiar. Por ahora no ha ocurrido nada respecto a mi seguridad, sin embargo, sé que no tengo mucho tiempo antes de que me suceda algo. Lo presiento, siento a la muerte cerca. No quiero que a mi hija le ocurra nada, no puedo permitirlo. Ha sido la fuerza para mi existencia, el motor que permite que siga luchando por tener una vida normal. Es lo que más amo en este mundo, y por lo mismo, no puedo permitir que nada le ocurra. Me gustaría, que antes de que suceda algo, te hagas cargo de ella. Te lo suplico, por el lazo que tuvimos, por el amor que nos brindamos, por lo que fuimos…

Espero recibir alguna respuesta de tu parte. Confío en ti, Dany, y sobre todo, te amo.

Siempre pensando en ti, Mariana.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Un beso

Muero por un beso. Uno de esos que son cálidos y tiernos. Uno de esos que te roban el aliento, que te dejan en suspenso. Quiero acariciar unos labios dulces, bellos. Quiero sentir que el mundo se detiene, que el entorno deja de importar en ese momento. Quiero pensar y creer que lo más maravilloso ocurre en esa fusión de cavidades emisoras de sonidos. Quiero sobresaltarme, sorprenderme y disfrutarlo. Quiero llevar el placer a su máxima potencia, fotografiando cada escena de esa sucesión de atribución solidaria y desinteresada en el bienestar humectante del otro.

Sólo es que, me dieron ganas de un beso.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Mensaje de una lunática bloggera al borde del delirio

Quisiera crear un verso lleno de ternura, cautivando al más difícil lector. Me gustaría poseer la elocuencia, gracia y el talento necesario para remover las fibras más hondas de mi mayor indiferente seguidor. Inventaría una nueva forma de escribir, un nuevo sentido descriptivo, un espejo sentimental de lo vivido para que uno, y sólo uno de los que frecuentan este espacio, dejase un comentario, alabando mi ingenio, intelecto o cualquier otra virtud de mi persona. Voltearía el mundo al revés por la atención de cierta mirada clara y hermosa, cruel y ambiciosa, sincera y en ocasiones caprichosa, pero la más bella de esa gama de colores terrosos translúcidos con aroma a yerbabuena y sabor a miel.

sábado, 11 de julio de 2009

Enamórame

Háblame. Sé que lo deseas. No sé que es lo que tengas que decir, pues no he logrado interferir en aquellos vagos pensamientos que sueles tener. Así es. En ocasiones me gustaría no tener que preguntar, y que fuera tu iniciativa la que nos llevara a charlar sobre ESTO que prefieres ignorar. Pero no soy tu cabeza, o aquellos labios que guardan tantos secretos que no quieres compartir; no soy ese miedo vivo que no te deja sentir.

Miénteme, de cualquier modo ya lo has hecho. No me es posible intuir cuando dices la verdad, o cuando por alguna causa prefieres ocultar todo aquello que has pensado y seguirás haciendo por mucho tiempo más.

Mírame. No evadas mi mirada que es suficiente para entender todo esto que llevo dentro y no permite descansar a mi ser. Entiendo que la obviedad me resulta natural, y quizás sea por eso que apresuro la huída de esos ojos fijos, penetrantes y bellos, que me obligan a sentir.

Tócame. Basta con un roce de tus manos, un gesto de compañerismo vago. No te voy a mentir, lo que más desearía sería un abrazo que me erizara la piel, una muestra de afecto real que me permitiera creer que tu y yo podemos ser.

Bésame. Aunque sea en mis sueños, pero hazlo. Embriágame de tu dulce sabor, deléitame con tus suaves labios presentándome al amor. Permíteme probar el cielo con un sorbo de la más sublime unión. Hechízame por completo y susúrrame al oído una frase que provenga de tu corazón.

lunes, 6 de julio de 2009

En medio de la lectura

Austen era la responsable de que se encontrara en el dormitorio en vez de disfrutar aquella cálida tarde de verano. Imaginaba cada detalle de la autora. Recordó de pronto aquel rostro indiferente. Le pareció que de una forma mágica esos rasgos se dulcificaron hasta convertirlo en un semblante tierno. No es que no lo fuese, simplemente le repudiaba sólo el hecho de pensar en “cursilerías”. Pensó en aquella vida, y en los pasajes de la misma que seguramente desconocía, pero que le encantaría descubrir. Asimiló entonces, que era capaz de enumerar algunos detalles de la vida de aquel extraño joven. Le parecía extraordinario, admiraba elementos de su personalidad, contradecía otros más. Creía, en definitiva, que poseía un secreto, el cual esperaba conocer algún día. Recapituló la lectura, y una sonrisa apareció en aquellos labios, iluminando de pronto esa mirada. Extrañaba su presencia, era cierto, sin embargo, el tiempo era su aliado. Volvería a verlo pronto.

domingo, 28 de junio de 2009

Nublado atardecer

Llueve. Le gusta que ocurra porque el olor a tierra mojada es de sus favoritos. Cuando ocurre es terapéutico pues, gota a gota, en aquel propio mundo se forma una mezcla armoniosa, como un tipo de música, que le permite pensar y estar consigo nada más. Esos momentos son los que aprovecha para profundizar sobre lo que le ocurre, lo que posee en su interior. Un cigarrillo no vendría mal, pero dentro del hogar, imposible. Se abriga con una chaqueta ligera, y toma la bufanda negra que hay en el perchero. Es un día hermoso. Adora que exista una luz tenue que intente pasar por aquel cielo tapizado de nubes grises, con cierto aire a tristeza. Al estar en el portal mira a ese cielo, y una bandada de aves alza el vuelo. Camina sin rumbo, solitaria y con un sólo objetivo: dejar todo atrás. Enciende el primer cigarrillo de la tarde, y al exhalar aquel humo, sonríe. Su caja de recuerdos se abrió en este momento, aunque seguramente, el causante del gesto fue uno de los más recientes. No es que tuviese un pasado aterrador, sino que sus últimos días habían sido buenos. Estaba comenzando de nuevo, permitiéndose experimentar, pero sobre todo, dándose la oportunidad de ser feliz. Ella no lo veía así. Decía que sólo se trataba de un cambio, y como le gustaban, no había sido difícil.

Comienza a caer la tarde, y la temperatura baja gradualmente. Pero parecía que ella intentaba llegar al inexistente punto de meta. En su recorrido se encuentra con personajes curiosos y situaciones extrañas, que le divierten y distraen de sus pensamientos. Las calles, de pronto, se iluminan eléctricamente, y la chica comienza a tararear una canción que conocía hace tiempo, brindándole buenos recuerdos al punto de nublar sus ojos por un momento. Enciende su segundo cigarrillo y aspira profundo. Toda aquella telenovela parece tan en el pasado, más ahora que ha encontrado su propia zona de balance interior. Es feliz, pero no de la forma explosiva que solía serlo. Gracias a todo este proceso es que aprendió a ser mesurada, previendo el panorama que esté a su alrededor, de forma que logre exponerse en un lugar seguro. Tal vez sea bueno, tal vez no. Ella no tiene idea de lo que signifique, pero está convencida que es lo que más le conviene a una persona tan entregada y sincera, tan expresiva e ingenua.

El viento le susurra un secreto teniendo de testigo a su menguante compañera; entonces una sonrisa ilumina aquel rostro y su andar se vuelve más suave y bello.

domingo, 7 de junio de 2009

Diario de la crédula enamorada...

Las horas pasan y la noche va llegando a su fin. El insomnio visita mi cama logrando su objetivo. De pronto un sinfín de pasajes desordenados invade mi frontera cerebral especializada en las remembranzas. Una a una van cayendo sin previo aviso, y con la misma bienvenida que un balde de agua fía al levantarme, o con el objeto – mejor dicho – de levantarme. Claro que tú no lo recuerdas. No. Miras indiferente sin importar si fueron o no buenos recuerdos, buenos tiempos. Vaya que muchos me brindaron horas, días o semanas de felicidad. Pero a ti no. Ya no sé en realidad si hubo punto alguno, momento específico o encuentro que haya sido tan verdadero como este vacío que dejaste al marcharte, que creaste con tus frases de disculpa ante tu imposibilidad actual de quererme.

- En este momento no puedo

Pregunto entonces, si tal vez este no fuese el momento por aquella incapacidad tuya en referente a tus problemas existenciales ¿cómo es que de un día para otro, de una semana a otra, terceras personas hacen gala de aparición en lo que pareciera NUESTRA historia? Quizás no entendí. Sí, quizás lo que intentaste decir fue un “lamento no poder brindarte lo que quieres, pero la realidad es que no siento algo que me incite a luchar por ti”

- No te puedo mentir… Sí… Siento algo por ti

¿Cómo? ¿Y qué hay entonces de la relación que comenzaste al poco tiempo de expresar lo anterior? ¿Se trata sólo de la forma de olvidarme, de seguir adelante? Sí, porque eres incapaz de mentirme. Tienes la debilidad de ser el hombre más honesto al hablar conmigo. Sólo conmigo. El mundo no importa cuando tú y yo hablamos, porque todas esas máscaras se borran ante mi presencia. Sí, es imposible que inclusive lo hayas intentado más de dos veces, con aquella misma chica, y sientas algo... como lo sientes por mi, porque tú mismo lo dijiste.

[ Si regresa… es tuyo, sino… NUNCA lo fue ]

¿Regresar? No… todavía no lo hace. De vez en cuando me llamaba y salíamos teniendo buenas charlas. Me gustaba que lo hiciera. Era divertido el tiempo a su lado, pero dudo que volvamos a salir porque la última vez que nos vimos acordamos tener un tiempo a solas ¿Qué si no quiero que vuelva? Claro que anhelo su regreso, no debería confiarte esto, pero cada que escucho un carro estacionarse fuera de mi casa me asomo por la ventana esperando que sea él. Sí, sé que es patético, pero estoy segura que con el tiempo entenderá y cuando menos lo imagine estará tocando a mi puerta.

[ Si no llama es porque simplemente no le interesas ]

No, no ha llamado. No nos comunicamos por el acuerdo que realizamos. Además, tiene muchas preocupaciones y el tiempo no le alcanza para todo lo que hace. Él trabaja. Él sale mucho y llega tan cansado que comprendo que no lo haga. Sí, quizás tenga un plan contratado en el que no importe el número de llamadas o mensajes que realice, pero eso no significa que tenga que comunicarse conmigo. No es necesario porque él prefiere verme en vivo y a todo color. Sí, también es cierto que es muy detallista, pero no por ello tendría que llamarme cada cinco minutos. Además, no le gusta hablar por ese medio. Sí, eso es. Prefiere guardarse todas sus aventuras para contarlas con lujo de detalle en nuestras pláticas largas y esporádicas. Yo sé… pero aunque no tenga buena memoria trata de contarme todo. Es verdad… no siempre lo logra.

- Bueno, entonces me voy

Pobre. No podía decirme otra cosa después de la forma en que le hablé. Era lógico que tuviera que responder con algo así al decirle que no quería saber nada de él. Puede que sólo este tomándose un tiempo para analizar la situación y la realidad es que me extrañe tanto que muera por venir a verme pero no se atreve. Sí, seguro le hago falta, seguro esto le duele tanto como a mi.

[ Y fueron felices para siempre ]


Mis lágrimas siguen rodando por mis mejillas. Cada filme visto pareciera tener mejores actores o tramas cada vez más complejas y tristes. Yo no entiendo. El final que cuenta cada historia, novela o producción cinematográfica tiene un final feliz, un príncipe que llega a salvarnos del oscuro mundo de las tinieblas. Ese príncipe puede equivocarse pero lo entiende, recapacita y actúa. Al final se quedan juntos. SIEMPRE se quedan juntos.

Vaya, ya entiendo. L o que ocurre es sencillo, la vida real no es un reflejo del filme, historia o novela… sino que se trata, simplemente de mi realidad.

Ya veo. No era que el momento no fuese el apropiado, que no hubiese el tiempo para llamar o vernos en persona. No se trataba de intentar una y otra vez con alguien que no fuera yo por el hecho de intentar olvidarme, o que no me buscara por lo que le dije en la última ocasión, o esa carga tan pesada de trabajo que tiene.

[ No te puedo mentir, siento algo por ti ]

Sin embargo, una frase me impide pensar claro. No, es sencillo. Si me sabe mentir, y al parecer lo ha hecho muy bien por todo este tiempo. No siente algo por mi. No existe aquella magia que creí. Finalmente, si existiera o hubiese existido no habría estado esperanzada a recibir llamada alguna, a encontrar su auto frente a mi casa, a ser poseedora de algún correo electrónico de parte suya o leer quizás, un mensaje proveniente de su número telefónico. Simplemente habría pasado, sin quererlo o desearlo, habría sucedido.

No fue así. No digas entonces que te importo, que sientes algo, que no es el momento indicado. Escuché suficiente… peor aún… creí infinitamente. Un momento de silencio… El viento es frío y se escucha a los perros ladrar. Música que viene de algún lugar lejano logra traspasar la brecha de la ventana impregnando mi mundo callado con ese ruido. Quizás un cigarrillo sea adecuado en este momento. Se escucha un susurro…

Ya no te escucho.

viernes, 5 de junio de 2009

- del dolor físico y emocional -

Un dolor agudo recorre mi pecho. Cada vez que mis pulmones se expanden el dolor se vuelve más y más insoportable. Es una sensación extraña que se presenta en ocasiones, sin embargo últimamente ha sido más frecuente. Creo que se trata de la respuesta de mi sistema a la negación de mis sentimientos. Pueden ser los sollozos ahogados, el quebranto contenido, los suspiros no indicados, la reacción ante mi tristeza silente. Quisiera no llorar, pero lo hago. Quisiera no lamentar tu partida, pero no puedo dejar de hacerlo. Quisiera por una ocasión tener mis cinco minutos de duelo y entonces empezar de nuevo. Lamentablemente, mi personalidad depresiva disfruta de las penas y desdichas que vivo gracias a mi dolor, y se nutre de todas las lágrimas e incontenibles pesares que destrozan a mi corazón. Hoy… hoy sólo tengo un dolor incontenible que ha crecido al paso de los días, que creó un nudo en mi garganta y que no puedo soportar más.

domingo, 31 de mayo de 2009

El último minuto

Pido un minuto más antes de despetar, pido un minuto más cuando mi clase favorita está por terminar, un minuto más al despedirme, un minuto más al saludar. Pido un minuto más para mis alegrías y también uno más para mis súplicas, pido uno más para el descaso y también para el trabajo.

Quisiera pedir uno más antes de tu partida. Ése es el último minuto más que no me permití pedir,que no me permití tomar. Con ese minuto estoy segura habrían cambiado las cosas. Te pude haber besado y hacerte entender que podría pasar. Ese minuto me hubiese bastado para demostrar que lo que siento por ti es real, que nada perdía con luchar.. tic toc... Se convirtió en el minuto que no pedí, que se escapó en uno de silencio incómodo, de reflexión y gritos ahogados... tic toc... Desperdicié el minuto más valioso de lo que llevo de vida, dejé ir sesenta segundos en los que la historia pudo cambiar... tic... toc...

-bueno, entonces me voy -

tic... toc...

- sí, que te vaya bien

jueves, 28 de mayo de 2009

Estabas ahí...

Quería verte. Después de tanto tiempo era lo justo. No me interesaba saber si era contra las reglas o iba en contra de mis promesas, lo único que quería era saciar mi necesidad de sentirte presente. Fue entonces que me recliné en el sillón. Descansé un poco mis ojos que estaban comenzando a secarse por efecto de los lentes. Mi necesidad de verte…

- ¿Qué soy entonces en tu vida? – escuché – ¿Sólo una necesidad que satisfacer?

Abrí los ojos. Ante mí, se encontraba una silueta esbelta y con porte de caballero. La escena a contraluz parecía más de película que de vida real. Mi mano cubrió mi rostro con el objetivo de apreciar mejor al personaje desafiante. Estabas ahí, frete a mí, reclamando ser sólo una necesidad.

- No, no es sólo ser o no una necesidad que satisfacer, y lo sabes. Es sólo, que hoy es uno de esos días donde la ausencia se presenta con más fuerza y entonces… Te recuerdo

Te acercas a mi librero con actitud altanera. Aquellos dedos danzan de un lado a otro y se detienen en la copia de aquel libro que me encargué de obsequiarte en cierta ocasión. Lo abriste, sin embargo este no poseía dedicatoria alguna. Tu mirada se posó nuevamente en mi.

- Intento seguir a cabo un proceso, en el cual elementos de mi vida se eliminan, algo como memoria selectiva pero guiada
- ¿Intentas desaparecerme entonces? – argumentaste enojado
- No, porque sé que no será posible, pero quizás, si logre hacer que todos esos recuerdos en los que estás presente, se modifiquen de tal forma en la que tú no seas el protagonista de los mismos, sino sólo un extra en la historia
- ¿Cómo logras eso?
- Terapia, obviamente, en la que, lo primero que he hecho es tener objetos que me gustan, como ese libro, por ejemplo, sin la dedicatoria, que entonces desplaza la situación de ser TU recuerdo, a un recuerdo en el que quizás pudieras aparecer…
- Hace falta mucho más que copias de libros sin dedicatorias y recuerdos borrados para olvidar todo lo que…
- Lo que no fue – finalice tajantemente

El libro se encontraba en su lugar. El viento entraba por la ventana y la tarde comenzaba a caer. No había rastro alguno de ti, sin embargo, aquel aroma tan característico de tu persona se percibía en la habitación. Por un momento anhelé haberte tocado, haberte sentido y así saber que aquello que había ocurrido no se trataba sólo de un sueño más.


martes, 12 de mayo de 2009

Incertidumbre solitaria



Sin certeza, con el alma en un hilo…
Deleitando el más profundo sueño,
Concibiendo como realidad cualquier deseo…
Con la esperanza innegable del regreso al nido

No es que tenga confusiones con mis sentimientos,
es más un tratar de entender lo que sucede en mi exterior,
por entender lo que dicta el corazón,
por conservar lo que me han brindado estos, los caminos inciertos…

Una serie de emociones intentan salir todas de una vez,
con la mínima paciencia y la más grande insensatez,
Desobedeciendo, yendo en contra de las reglas,
Intentando hacer verídicas todas aquellas quimeras

Mi mundo alterno, en el que estás a mi lado,
Resuena a carcajadas de alegría,
Pero el espacio certero, el cual vivo,
Reclama a sollozos tu partida



[un adiós, un te quiero y un por qué... y nada]

sábado, 2 de mayo de 2009

Tus siempre compañeras...


Son ellas las culpables de mis desdichas,
Las causantes de mis ilusiones,
Las responsables de mis sosiegos…

Cuando menos lo veo venir,
Cuando pareciera que nada va a ocurrir,
Una de ellas se lleva consigo todo el ímpetu de mi vivir…

Mágicamente, disfrazadas de indefensas compañeras,
Logran derretir este corazón con sus encantos,
tácticas y estrategias, con sus juegos infantiles…
Concluye una velada… y al parecer estar a salvo,
La más fuerte, la más hábil,
Logra cruzar el portal, gracias a la ternura de la que es poseedora…

Es entonces que una ráfaga de luciérnagas celestes,
Enerva hasta la más íntima parte de este ser,
Logrando absorber toda esa quietud, esa paz,
Con sólo una tenue… pero tuya… caricia en mi piel…


[ Con una simple caricia me peinas el alma ]

sábado, 11 de abril de 2009

Sólo por hoy...

Inimaginablemente contenta.

Quizás los cuentos de hadas no suceden,
pero esos buenos momentos, los instantes
mágicos, son los que le brindan a la vida el
sabor a secreto…

Un haz de luz cruzó por mi camino, y hoy
puedo afirmar que sólo bastó con observarlo,
para que mi entero mundo diera un giro completo.

Hoy no me importa el mañana, o el ayer,
lo único importante es el hoy, al que tengo,
al que observo, el cual vivo… Y gracias
al cual me es imposible declararme
inocente de poseer aquellos sentimientos
que se delatan con una sonrisa distinta,
con aquel brillo en mis ojos...

Si hoy hago o digo cosas insensatas,
si no pienso al actuar, si me importa
poco lo que vayan a pensar…
No me juzguen, sólo quiero por
un momento… escaso, mínimo… saborear
MI LIBERTAD…

miércoles, 8 de abril de 2009

Del echar de menos...

Te extraño, cuando me dices adiós.
Sin embargo, antes de tu partida ya lo hago.
Te extraño cuando te ausentas algunas semanas,
pero pueden ser cinco minutos, y aún así te extraño.
Te extraño cuando sé que estás en otra ciudad,
Pero más cuando sé que estás cerca y no te puedo ver.

Te extraño en aquellos días de invierno,

en los buenos días a tu lado
Te extraño en las noches veraniegas,

y también en los atardeceres en tus brazos.
Te extraño en mis otoños, en mis primaveras,

en mis noches y mis días.
Te extraño en mis enojos, mis neurosis,

mis cantares y mis dichas.

Te extraño cuando la ausencia se hace notoria,
Te extraño cuando comienza a trabajar mi memoria,
Te extraño cuando te haces presente,
Gracias a un recuerdo tonto en mi mente.

Te extraño, todo tú lo que conformas:
Extraño esa sonrisa, esa fragancia, esa voz.
Te extraño con tus pensamientos, con tus sentimientos,
con tu mirada tierna, y tu dulce “te quiero”.
Extraño esos tus labios, con tus besos y frases bonitas,
Te extraño con tus abrazos y mi piel sintiendo tus caricias.

Te extraño hoy, y lo haré mañana de igual forma.
Te extrañaré por sobre todo lo que extraño,
Te pensaré sobre todo lo que hago,
Para que el día que regreses a mi lado,
No vuelva a extrañarte ya que no será necesario.

jueves, 2 de abril de 2009

Imaginarte

Te escuché. Creí que era tu voz, pero como en repetidas ocasiones, se trataba de una más de aquellas alucinaciones presentes últimamente. Imaginé que me habías encontrado, que habías hecho hasta lo imposible por encontrar aquel lugar, mi lugar. Podría jurar que percibí aquella mirada tuya, tan llena de ternura, penetrante y sincera, y con cierto sentido de alegría al observarme al verme justo frente a ti. Fue cuando tus labios se abrieron para decir una palabra, impredecible e incitante, para recordarme tu voz, esa voz tan clara y serena, tan segura y armoniosa. Sentí tu presencia entonces cada vez más cercana, aventurándote a un mundo diferente. Me hablabas al oído, y el cielo detuvo el tiempo en aquellas frases dictadas, en ese dulce y cálido beso que sin más, dio paso al memorable instante que estaba por escribirse.

La ventisca de aquella tarde estremeció la más honda de mis entrañas, y se llevó con ella todos aquellos pensamientos generados por tu persona, dejando mi alma vacía nuevamente. La puesta de sol me recordó que se trataba de sólo un sueño inalcanzable más. Una trampa para aquellos sentimientos por ti, para los castillos en el cielo que formé, y que, en determinado momento, llegarían a nutrir ese corazón de vehementes pesares y tristezas.

viernes, 27 de marzo de 2009

Para Julieta, el espejo de mi vida

Siendo el cumpleaños de Julieta, no puedo más que hacer un pequeño escrito sobre lo que hemos vivido. Espero que tengas un feliz cumpleaños amiga, y que disfrutes tu aniversario número 20. Te quiero infinitamente, y agradezco el momento en que llegaste a mi vida. Es simple: entre pairos y derivas, por los mares de mi vida, siempre encontraré la forma de tener tu compañía, tu amistad, tu hermandad.



Ella Existió. Claramente, de alguna forma inesperada, llegó a mi vida.

Al principio, la consideraba sólo una chica rara, pero fue el trato, y sobre todo el tiempo, quienes me permitieron encontrar mucho más de aquello que creí. Era mi espejo, mi confidente, mi esencia en otro ser. Encajábamos como almas gemelas, que en su largo recorrido, se encuentran en alguna de las bifurcaciones de aquel pasaje vivido.

Nos detestábamos, nos queríamos, nos admirábamos, nos mirábamos, nos reíamos, nos pensábamos, nos escuchábamos, nos complementábamos. Días y noches sin sueño en la atención de aquellas historias que se formaron, que existieron, que vivimos. Recuerdos gratos a su lado, en los cuales los rituales fotográficos, las risas y los llantos estuvieron presentes. Aventuras ilícitas, con ayuda de algún vehículo, o aquella motocicleta que nos brindó pasajes que no olvidaré. Noches veraniegas en el teléfono, contando el más mínimo detalle de aquel tiempo en que no la veía. Infinidad de escritos, de palabras que trataban de procesar todos esos más íntimos sentimientos frente al monitor, comprendiéndonos perfectamente, con un simple “entiendo” o “es raro que…”. Definí de forma inverosímil, el sentimiento por aquella chica, logrando asignarle el título de mejor amiga.

Pero era más que ello: se convirtió en aquella hermana mayor que no tuve. Con todas esas hazañas, vivencias inmaduras y aventuras inesperadas, me enseñó que vida sólo hay una, y el presente es el mejor amigo de cualquier joven con ansias de vivir, de sentir, de saberse en este mundo. Ella fue, quien le dio un sentido distinto a mi vida, con cada relato revivido, ya fuera de aquella infancia, o experiencias de esa adolescencia, que tanto nos enseñó. Sin embargo, la apertura de aquellos libros, para el completo conocimiento de las escenas más dolorosas, de los pasajes inconteniblemente difíciles, causaron el mayor de los vuelcos en este corazón, brindándole un nuevo color a la vida: aquel rosa-grisáceo que poseía lo muy bello, y también lo muy malo de nuestro viaje sin fronteras.

Hoy día, todavía la escucho. En ocasiones pienso que todo fue un sueño, que existió y que así como llegó, se desvaneció en medio de una neblina que no me permite observar toda esa etapa en su compañía. Pero basta con escuchar al viento, y un susurro en forma de una melodía con sabor a trova, para saber que mi pequeña Julieta, se encuentra a unos pasos, y quizás en su haber, ha dejado unos cuantos aviones en espera, sonriendo y esperando el momento indicado para partir.

viernes, 20 de marzo de 2009

Hoy quiero regalarte...

A veces me gustaría regalarte esos silencios…

Esos silencios que se llevan consigo todo lo que siento,
Esos silencios que terminan en forma de suspiro cada que te veo,
Esos silencios… que se guardan cada frase, cada palabra que quisiera gritar al viento…

Hoy quisiera que escuchases todos ellos,
Que supieras todo aquello que te quiero,
Que llegara el final feliz de ése, mi cuento.

Sólo por una vez en la vida, desearía que lograras entender el peculiar lenguaje de mis pensamientos.

martes, 17 de marzo de 2009

Si tú supieras...

No sé lo que siento en realidad. A veces me cuestiono sobre la forma de sentir algo hacia tu persona. Creo que, en ocasiones puedo afirmar que es algo que cada día crece más, y en otras, un vago pensamiento de tu persona llega a mi vida. Lo que si sé, es que de alguna forma extraña, te has ganado un poco del cariño de este corazón que poco se atreve a sentir. Es inexplicable el modo y la forma en que tomaste un papel principal en la novela de mi vida, pero creo que se siente bien, o al menos, mientras dure.

Quizás ni siquiera te has dado cuenta, pero la realidad, es que en cada mirada, palabra, sonrisa o acercamiento, declaro mi culpabilidad sobre esta emoción que está apoderándose de mi ser. La disfruto, la vivo, la sueño. Analizo cada pasaje vivido a tu lado, rememoro cada detalle de esos labios, de esos ojos, de ese porte tan desenfadado y atractivo a los demás. Quizás sea tu egocentrismo, tu inteligencia o tu forma de ver la vida, no lo sé. Tal vez se trate de aquella ideología que con una conversación abre mis fronteras sin querer. Sé que en esta emoción están integrados tu elocuencia, sagacidad y un poco de aquel desdén que impregnas y haces tuyo.

De cualquier forma, sobre todas estas cualidades y unos tantos defectos que posees, me llevas una ventaja alarmante: no tienes este tipo de sentimientos, o al menos, buscas no encontrarte con ello. De forma que, sería muy extraño tener alguna señal de tu parte, puesto que si existiese algún resquicio, por pequeño que fuera, de cierto sentir hacia mi persona, no lo harías efectivo. Eso si existiera la circunstancia en la que lograras apreciarme como alguien diferente a lo que en mi percepción, observas de mí.

De modo que, no me queda más que contar cada uno de esos momentos al viento, quien con él se lleva cada una de las palabras y emociones causadas a tu lado, para darles fin cuando éste se aleja. Él logra apaciguar mis pesares, y en ocasiones deleita mi oído con melodías que me permiten olvidarte, aunque sea por dos segundos. Se ha involucrado demasiado en este gusto por ti, y ha tratado de que vea que no puedo seguir así. Sin embargo, no causa mucho efecto en mi vida, y entiende que por más que busque la forma de que te borre de mi sistema, no lo lograra.

Creo que por ahora soy feliz así, imaginando mi vida en un mundo paralelo, donde tu presencia sea más especial de lo que ahora, y renueves mis días con cada aliento de tu ser. Imaginar es entonces uno de mis pasatiempos favoritos, pues sueño al chico encantador y vislumbro a su lado, aquella vida tan deseada en la que todo puede suceder.

lunes, 16 de marzo de 2009

Atardecer...

Comenzaba a atardecer. El sol de media tarde, la música del lugar, el efecto del ruido de la gente yendo y viniendo, tuvieron un efecto en mi sensibilidad. De pronto, esa luz tenue pasó a tener un tono vigoroso, con matices en ciertos elementos del panorama. Tal vez serían las vueltas y el mundo visto desde ese juego mecánico, o quizás la forma en que caí en la banca que se convirtió en mi mejor opción para descansar. No sé de qué forma, pero mis ojos comenzaron a observar toda una serie de elementos que en otro estado no hubiera logrado apreciar. La brisa del aire me dio un nuevo aliento, y me permitió contemplar todo aquel paisaje. Los árboles y las flores danzaban al unísono del viento. La hojas caían cada vez en mayor cantidad de los primeros, dando una apariencia de tapete en movimiento. Esa música, que lograba enredar más aquellos pensamientos vagos que cruzaban mi memoria. Ruido… Salía de todos lados, y mientras que de ciertos lugares venía en forma de grito ahogado, en otras tantas se acentuaba como risas o llanto. Y de pronto… Algo me susurró aquel amigo… Cerré los ojos para entender mejor lo que me afirmaba, tratando de que mi mente obstaculizara la entrada de tanto bullicio. Pero no logré entender lo que me decía. Mi mirada comenzó a observar el panorama, como buscando la respuesta, y fue que, de un modo extraño, apareciste frente a mi.

No lograba visualizar si eras tú o no, hasta que diste unos cuantos pasos hacia mi dirección. Fue que tu mirada incierta, y esa forma tan peculiar de sonreír, me hicieron darme cuenta de que efectivamente, en un lugar diferente al más común para encontrarnos, estábamos frente a frente. Mis ganas por dormir y el aburrimiento que me abatía, se terminaron pues la diversión comenzaría con tu llegada. Comenzaste a hablar y cuando me intestaste saludar, salté de un brinco para darte un beso y un abrazo efusivos. Entonces corrí impidiendo que tu plática terminara, tomándote de la mano y buscando el juego más cercano para probar. Tu risa, la mía, y el ajetreo sólo hicieron que termináramos de hablar. Llegamos a la fila, y entonces comenzaste a explicarme por qué habías aceptado ir. Subimos. Estaba nerviosa, era claro, pero de alguna forma tu compañía, como últimamente hace, lograba tranquilizarme. Grité… grité más de lo que esperaba, pero fue entonces que me tomaste de la mano, y todo sentimiento de miedo logró neutralizarse. Así ocurrió unas veces más, cuando probamos nuevas emociones. El vértigo y la adrenalina, se hicieron parte del día. Ya habiendo experimentado el temor y la emoción, dimos paso a una charla por el lugar. Había anochecido y de alguna forma, personajes que sólo se observaban en las tiras cómicas, pasaban a nuestro lado y todo el parque brillaba con intensidad. Recorrimos por un buen rato aquellos caminos, mientras la conversación tocaba temas de triviales a interesantes, todo en un orden aleatorio. Pero ya era tarde, la noche había caído sobre nosotros. No sabía cuánto tiempo podrías seguir ahí, y yo también tenía que partir, de modo que la entrada fue nuestra última escala. Te despediste, sonriendo y diciendo que esperabas se volviera a repetir. Te miré a los ojos agradeciendo, y un beso en tu mejilla terminó con aquel pasaje increíble.

Una nueva canción comenzó a tocar. Era una pieza de hace algunos ayeres, la cual parecía tener toques parisinos. Las amapolas y los árboles seguían bailando al compás del viento aquel, que logró deleitarme con un bello pensamiento. Mis ojos lograron apreciar aquel juego de luces que la tarde lograba brindar, reflejándolas en cada uno de los elementos que estaban frente a mi. El bullicio apareció mágicamente, y fue entonces que una voz conocida, logró hacerme volver a este mundo y regresar a mi hogar.

martes, 10 de marzo de 2009

Sutil extrañeza...

Quiero descifrarte, y aún me falta mucho. Por más que
lo intente, un pequeño detalle sale a relucir, y pareciera
entonces que me falta tanto por conocer de aquella marea
de secretos, de sueños y pensamientos…

Quisiera encontrarte, ver de frente lo que
eres, entender
el gran misterio que llevas en tu ser… el que personificas
con esa mirada que se clava en mi piel, con esa carcajada
que sueltas por doquier…

Me gustaría predecir lo que tienes, lo que sientes, lo que

vives… aunque eso le quitaría la magia que día a días creas
en mi presencia…

Y es que eres tan únicamente extraño… Una extrañeza que

me deslumbra, que embriaga el alma. Una extrañeza….
Profunda y sincera, que me hace encontrar lo extrañamente
normal en ti…

Sutil extrañeza… Tan cálida y ferviente que traspasa la fibra

más honda de mi ser…

domingo, 1 de marzo de 2009

En el viaje...

Creyó haber aprendido la lección. Sin embargo, la vida es difícil, y en todo el trayecto, suceden eventos que hacen caer, levantarse o mantenerse a flote. No estaba del todo segura en vivir nuevamente sensaciones que le permitieran llegar al punto de amar, pues una parte de ella lo quería, mientras la otra gritaba a todo momento que ya era suficiente. El destino, de alguna forma, tendría que jugar a su favor en algún momento, aunque no tenía idea cuándo llegaría. Hoy, sin embargo, trataría de encontrar su ruta; aquella que le diera el valor necesario para levantarse y seguir adelante, paso a paso, hasta el final del sueño tan anhelado.

viernes, 27 de febrero de 2009

La carta

Anhelaba un beso sincero, una caricia de aquellas manos, un abrazo que dijera que todo estaría bien. Sólo una mirada bastaba para entender el mundo, una sonrisa para aliviar el dolor, palabras de afecto para demostrar que no se encontraba sola. Este viaje era más que complicado en toda aquella vida tan elaborada. No permitíase sentir, sin embargo era lo que más deseaba. Imaginaba tener la capacidad de ser lo suficientemente libre para no poseer ataduras, y al mismo tiempo las quería. Su mundo era ahora el tener ese compañero que fuese a todo momento o circunstancia de su mano, encontrando cualidades y defectos, pero amándolo.

Sólo ello deseaba. El único y más honesto sentimiento era lo que toda aquella vida aguardó encontrar. No hubo prueba alguna de que así hubiese sido, sin embargo, por los pasajes que se saben de su vida, hubo algún ser, en determinado momento, que llegó a cumplir con la mayoría de sus expectativas. Dicen que la fortuna no pintó bien, y de ahí en adelante, con un rompimiento que le pegó hasta el alma, cambió por completo. Toda aquella personalidad jovial pasó a convertirse en la más triste de aquellas almas habitantes de este mundo, hasta que en cierto punto, no pudo más con ello. La gente dice que fue muy triste. Llantos y ruegos de que estuviera bien salían de la ventana de la habitación en la que la mantenían en recuperación. Las visitas eran comunes para estos días, y todos se retiraban con el mismo semblante desconcertado.

Uno de esos días de espera y dolor, un joven se presentó a la residencia. Quizás tendría unos veintitantos años. Era de piel clara y aspecto un tanto lúgubre, sin embargo, poseía cierto encanto, de esos que hace que se convierta en receptor de miradas de asombro. Sus ojos claros, fijos y penetrantes, inspiraban cierto estado de miedo que se reflejaba en las personas que lo observaron caminar desde el corredor hasta la puerta de la habitación. Y entró. Cerró la puerta, y pasaron alrededor de tres horas, cuando sin más, salió. La escueta gesticulación de su parte y su poca expresividad daban señales de que en realidad la joven no había salido del estado en el cual se encontraba.

Después, el secreto corrió a voces entre las personas de servicio. La chica tuvo una mejora increíble, y poco a poco comenzó a salir a tomar el aire fresco en los jardines de la casa. Parecía ser que aquel joven que unos cuantos días fue de visita, influyó de cierta forma extraña en aquella recuperación repentina. Existían muchas teorías, sin embargo la que más se apegaba a la realidad, era que aquel chico había sido el causante de la enfermedad, y ahora venía a equilibrar la situación.

Al poco tiempo llegó una carta para la señorita. Cuando el mayordomo salió de la habitación, un inesperado desenlace estaría por suceder. Dicen que tomó lo primero que encontró y se lo bebió, teniendo un efecto con el medicamento que estaba tomando. Otros cuentan que se aprovechó de que nadie se encontraba en la habitación para utilizar el arma de caza con la que solía salir con su padre los fines de semana. Algunos más aseguran haberla visto saltar de aquel balcón del que muchas veces se le veía contemplar el jardín, y las afueras de la residencia, como esperando a alguien. Finalmente, la última de las explicaciones era que utilizó algún objeto punzante para las marcas de sus frágiles y blancas muñecas.

Yo creo que fue la tristeza. Aquella carta, sin embargo, tuvo gran efecto en lo que ocurrió. Hoy día todavía pueden escucharse algunas historias en referencia a lo que el sobre contenía. Sin embargo, nadie logrará tener la certeza de lo que decía el mensaje, a excepción de ella, quien se llevó el secreto hasta lo que sería el triste y tajante epílogo de sus días.

martes, 24 de febrero de 2009

Vacío emocional

Y te extraño.

Quisiera no hacerlo, pero lo hago. Y es que dime... ¿cómo olvidar?

No puedo responder esa pregunta. De alguna forma, los recuerdos de aquel pasado, y el tiempo que me lleva andando hacia lo que se dice mi futuro, no me permite dejar a un lado todos aquellos días a tu lado, aquellos atardeceres contemplados, aquellos amaneceres en tus brazos. No logro dejar de lado todo lo que a tu lado fui, todo lo que me permitiste conocer de mi. Esa ráfaga de emociones, de instantes fugaces, que se apropariaron de mi ser. Fue tan extraño cómo fue que sucedió, pero ahora que lo rememoro, analizo y reflexiono, puedo afirmar que, efectivamente, fue amor.

Sí, de cierta manera inverosímil, fuiste poseedor de todo aquel cúmulo de sentimientos y emociones dentro de ese corazón que poco se atrevía a vivir. Tuve, de una forma inesperada, infinidad de detalles que embriagaron mi alma de aquello a lo que no lograba asignar un nombre. Reviviste cuanto se encontraba muerto en mi interior. Declaraste, con aquella sonrisa inolvidable, con tu tierno "te quiero", con tu beso sincero de aquellos labios, que existía lo que siempre soñé....

Simplemente, se vuelve imposible desvariar con todo aquello que me brindaste. Inesperadamente, llegué al punto en que lo importante no era el final, sin todo el proceso. El destino, accidentalmente, tomó parte secundaria en la novela de mi vida. No importaba si estabas hecho para mi, si eras aquella alma gemela, o el príncipe azul tan deseado desde mi edad pueril. Eras tú, y sólo eso bastaba. Olvidé por completo aquellos paradigmas establecidos, las creencias fervientes de vivir, las reglas y seguimientos. No fui más que una inexperta joven deseando absorber cuanto estuviera en su poder.

Pero te faltó conocerme más. Te faltó darte cuenta de que soy un alma vieja que adora vivir del pasado, tener la sagacidad de entender mi personalidad voluble, de sentir más .... mucho más de aquello que afirmabas. Es cierto, que llegaste en un momento más que inesperado, es cierto, que poco a poco ganaste más de lo que imaginé, gracias a tu sutil acercamiento. Sin embargo, así como llegasté, permitiste perderme, abandonaste tanto por lo que habías luchado. No te culpo, ya que sé es casi imposible lidiar con todo aquello que traigo dentro. Aún así, creo, y tal vez, anhelé y esperé más de ti.

Fue entonces que te perdí. Instantáneamente pasaste a ser parte de aquel pasaje de mi vida que hoy en día, contemplo como uno de los mejores. Ya no habría más de ti y de mi, ya no habría nosotros. Mi mundo de hadas rosadas, se encontró con aquel oscuro lugar, que la dirigió a un viaje sin retorno al vacío.... Al vacío emocional en el que hoy día me encuentro.

Recuerdos finalmente. Tengo una adicción hacia ellos y tener un poco de ti al volver a vivir todo aquello a tu lado, en mi pensamiento, me permite de algún modo sentir cierta cercanía. La verdad es, que intento tenerla... aunque sepa por todos los modos, que no volverá a ser así.

viernes, 13 de febrero de 2009

El último día

Si este fuese mi último día... definitivamente tendría una lista de cosas por realizar. Aunque, quizás sea de las personas que lo dice todo cuando lo siente, en definitiva tendría que aclarar algunos asuntos pendientes. Y es que, si mañana ya no estuviera, primeramente, no dormiría la madrugada haciendo un disco con canciones para las personas más especiales a lo largo de mi transcurso llamado vida. En él escribiría una nota con todos aquellos agradecimientos, y entonaría aquellas canciones que son parte de la historia con cada una de aquellas personas. Sin dudarlo, también escribiría algunas cartas con disculpas sinceras a algunos otros, en las que les deje claro que mi viaje no fue lo suficientemente largo para declarar todos aquellos sentimientos de arrepentiemiento en el momento indicado.

Sin pensarlo, cantaría al amanecer una de esas canciones que renuevan el alma; iría a la escuela pero a despedirme de aquellos que tuvieronn efecto en mi vida por alguna situación, y en seguida me dirigiría al último de mis viajes en compañía de mi mejor amigo, hablando de todo aquello que fue la vida, lo que me dio, lo que me privó, pero sobre todo lo que me enseñó. Me encantaría visitar un museo, recibir un detalle de algun artista citadino, y caminar a lo largo de las calles centrales. A mi regreso, una comida en compañía de mi familia, con pláticas triviales, y para terminar, una fiel muestra de cariño hacia ellos, regresando a la ciudad que habito. Después, una larga charla en un lugar íntimo, donde todo aquello que he deseado externarle a aquella persona hiciera gala de aparición. Sin dudarlo, le robaría ese beso tan deseado, y comtemlaría aquella puesta de sol que me hiciera llorar, a su lado. No me cansaría ni por un segundo de los abrazos, buenos deseos, besos y apapachos hacia las personas que acostumbro brindarlos, y también a las que por alguna u otra razón, ya no lo hago. Me tiraría de bruces al silencio de la noche mágica y estrellada, mientras disfruto de uno de mis tantos cigarrillos que mantienen mi mente pensantiva y nostálgica. Vería el capítulo de mi serie favorita disfrutando aquellas risas tan similares a las de antaño, a las de infancia. Me detendría a sentir cada pisada, cada respiro, cada mirada...

Creo, en definitiva, que preferiría estar en mis completos cinco sentidos, sin algún motivador o agente de cambio en mi cuerpo. Tomaría mis cosas, que no habrían de servirme mucho en el viaje, y emprendería el vuelo más allá de las fronteras, escribiendo una historia llena de recuerdos y elementos mágicos, afirmando lo imortantes que han sido en mi vida. Escucharía la historia de aquel viejo que en el parque, me contara de lo bella que fue el amor de su vida. Adoraría escuchar el susurro del silencio, la melodía de los violines, la fuerza de aquel corazón...


Si... si hoy fuese mi último día... tendría tanto por hacer, que finalmente un día no me bastaría para completar mi ciclo en este mundo, y tendría que resumirlo, en vivir al máximo ese día que para mi.... sería el más mágico y sutil....

lunes, 9 de febrero de 2009

Un espacio de luz...


Es curioso. Quizás no sea el pensamiento que a todo momento embarga mi alma, sin embargo, cuando se apropia de ella, se siente bien. No sé porqué, la realidad es esa, pero puedo afirmar que cada que tengo un pequeño momento a su lado, mi vida toma espontáneamente otro color. No puedo decir que es efecto de algún sentimiento en mi interior, porque ni siquiera puedo declarar que exista, sin embargo, el tener buenas charlas a su lado mantiene mi lado positivo en su máximo. No le he adjudicado una canción, o relacionado con algún otro elemento que lo haga presente en mis días, y de alguna forma, llega inesperadamente. En términos generales, podría compararlo con aquel primer rayo de luz que entra por la ventana; tal vez no está presente todo el día, pero siendo el primero mantene su efecto en cierta parte del mismo, y cuando lo hace, reconforta de sobremanera.

Entonces podré llamarlo mi primer rayo de luz. Ese auténtico e indescriptible que sin saberlo, causa tanto en mi ser. No sé por cuánto tiempo lo logrará, pero estoy segura que el tiempo que perdure traerá con él más de lo que imagino. Será era lucecita, que para bien o mal, me hará recordar que la vida es sólo una, y que de ella hay que aprovechar todo lo que nos otorga, que los buenos y malos momentos ocurren por algo, y que en algún momento, sin tener idea la fecha y lugar precisas, algo muy bueno ocurrirá.

martes, 3 de febrero de 2009

Tan diferente...

Después de algún tiempo de dejar esto, he encontrado una nueva razón para escribir. Sé que quizás, cursi como todos mis escritos, tiene tanta miel como un panal de abejas, sin embargo, hoy fue un buen día. La inspiracón, nuevamente... donde uno menos espera encontrarla...

Era distinto. Diferente a todos los demás que pudieron llamar su atención. El típico chico malo, sin ese aire tierno y encantador, que sólo ella lograba encontrar en toda esa armadura del chico sin corazón. Alto, de tez blanca y con un acento que la maravillaba. Sin duda, lo que más apreciaba de aquel chico, eran aquellos vagos pensamientos que en ocasiones le compartía. Quizá fuese el mal tiempo, o quizás la rutina diaria que estaba absordiendo con el pasar de los días, pero de lo que no hay duda, es que de alguna extraña e incierta forma, ella lo vio, ahí, permaneciendo inmóvil, entre toda aquella multitud colegial, y con un encanto peculiar, que le abrió los ojos a un nuevo mundo.

Tal vez lo que la conmocionó, fue el hecho de que iba en contra de todas sus reglas, de todos aquellos lineamientos a seguir en su travesía por recorrer llamada vida. Esto, hasa cierto punto, la aterraba de sobremanera, porque se encontraba fuera de control... fuera de su control. Sin embargo, al mismo tiempo le otorgaba un poco-mucho de aquello a los que los chicos de su edad llaman aventura y peligro.... Estaba gozando por primera vez de aquello que significa comenzar de nuevo, tomar riesgos yafrontar lo que suceda.... Estaba permitiéndose una maraña de sentimientos y emociones que antes no había logrado experimentar. Era capaz por primera vez de dar vuelta a la página sin problemas para comenzar una nueva historia que estaba por escribirse.

Nadie sabría lo que estaba por suceder. Lo único cierto, era que aquel corazón, estaba dejando poco a poco su pequeña coraza, tan fría y hostil, y estaba permitiendo que un poco de ese calor lo cobijara, lo impregnara de nuevas risas y llantos, otorgándole, la oportunidad de dejar a un lado, en aquel baúl de los recuerdos, todos esos sus más íntimos secretos dolorosos....


martes, 13 de enero de 2009

Noche estrellada

Un frío intenso recorrió su cuerpo. Toda muestra de dicha fue borrada de aquel semblante. Ya no había más risas... sólo lágrimas que recorrían las mejillas de la chica. Dolor... inmenso dolor por la pérdida sufrida. El vacío ocupaba todo el espacio en la marea de secretos de aquel corazón. Cabizbaja, muda y con la vista hacia el infinito. Le costaba imaginar su vida de forma diferente a como lo había vislumbrado. Era imposible que en unos cuantos segundos se le escapara el gran baúl de sus sueños derramado entre los dedos de aquellas suaves manos. Dificultad al respirar... respirar el mismo aire que seguramente él respiraba. Sentada en la terraza de un café, con la única posesión que le permitía hacer tangible todo ello... un clavel blanco.

Su fiel compañera, la había dejado aquella noche al olvido. No brillaba ni permanecía constante; al contrario, no compartía su pena y le había dado la espalda. Dejó de ser la cómplice de aquel loco y efusivo amor, sin corresponder a las miradas y pensamientos llenos de inspiración, donde la distancia parecía no ser problema. No estaba ella, tan grande y serena, quien les permitía sentir un lazo más fuerte. No brillaba más. Se había ido dejando a su paso una noche estrellada, nada más.

Pero tampoco brillaba para él. Quizás, se había ocultado para dejar a los amantes solos por una noche. Si no brillaba para ella, tampoco estaba para él. Él, quien podría salir a tomar aire fresco por los callejones de la pequeña y pintoresca ciudad, esperando consejo de su menguante amiga. Esta vez, no la encontraría para poder percibir, por un sólo momento, la presencia etérea del bello ángel que, sin más, dejó escapar. Se repetía así mismo, que no había sido una ilusión, que existió, y que irremediablemente destrozó aquel corazón.

Pobre corazón... tan dañado, tan cansado, tan lleno de cicatrices y heridas recientes. Pero la herida más reciente, la herida más dolorosa y cruel, había sido la causante, de que éste, dejase de latir.

jueves, 8 de enero de 2009

In memoriam...

El sentimentalismo se apoderó de mi cuando sin buscarlo me topé con algunos recuerdos tangibles de aquella etapa que marcó mi vida. Dedicado a todas esas personas que fueron parte de este pasaje de mi novela, y un agradecimiento en especial a las que dejaron una huella imborrable en ella.


Aún recuerdo aquellas risas provenientes de nuestro lugar de almuerzo. Inmensas y ruidosas carcajadas que amenizaban la charla y mañanas del receso. No se escapan, claro está, esos juegos de pelota en lugares prohibidos y a horas indebidas personificados por buenos amigos. La hora para llegar a casa siempre podia ser aplazada por el entrenamiento de fútbol apreciado cada tarde, y cuando había juego mucho mejor, pues la encargada de la porra era indispensable. Confesiones públicas y privadas por aquellos pasillos en los que quedaron plasmados infinidad de secretos y ocurrencias. No podrían faltar las escapadas de algunas clases para tomar una siesta o ir a desayunar con los "cuates". Que si me gusta, que si no... el amor platónico hizo gala de aparición. Los recaditos, las cartas, los detalles y obsequios en el cumpleaños. Los juegos y las risas... los llantos y quebrantos compartidos hacia aquellos compañeros que en el transcurso llegaron a convertirse en hermanos. Lugares que se volvieron clave para las declaraciones, discusiones, reconciliaciones y finales. Espacios que absorbieron la esencia de aquellas almas, que fueron víctimas de la experimentación de nuevas sensaciones y emociones. Sinfín de aventuras vividas con los personajes que se volvieron los estelares de la historia, aprendizajes proporcionados en el momento menos indicado, tanto por pequeños y mayores. Nuevas experiencias y malas acciones; todas con la esencia de la mente joven. Drama, misterio y corazón. El primer amor y lo que el viento trajo con él. Compartir las dichas, consolar aflicciones y apoyar en los problemas buscando soluciones. Canciones entonadas a una sola voz, con ese aire despreocupado que tanto solía agradar. Escenas... tan emotivas escenas al apreciar cada mini filme creado, cada cartel firmado, cada ritual fotográfico. Relatos donde la cordura y necedad tomaron el papel principal. Y al pasar de todo, el tan indeseado final. Decir adios a la vida que esas paredes creó. Expresar de mil y un maneras el afecto por quienes estaban por partir. Tratar de implantar en aquellos seres un poco del destello propio, siendo todo este proceso una mutua aportación de luz. Es de esta forma, que el levantar las copas y brindar por lo que fue, pero sobre todo por lo que habría de suceder, fue la escena final de aquella magnífica etapa que por siempre guardaré en mi ser.

martes, 6 de enero de 2009

De la ausencia...

Quise que fuera distinto esta vez. Quise cambiar mi personalidad, dejar a un lado lo elemental y lógico para dar paso a la espontaneidad. Quise vibrar con cada uno de aquellos afectos, interpretar todos esos mensajes. Quise dejar a un lado todas aquellas ataduras que no me permitían ser lo que realmente soy. Quise buscar nuevas respuestas, ineractuar con gente nueva. Quise embriagarme en otros labios, y contemplar nuevos mercados. Quise que mi panorama fuera más amplio, abriendo mis horizontes hasta terrenos lejanos. Quise invocar nuevos seres extraordinarios, y asimismo intenté creer en nuevas religiones. Quise probar otros sabores de helados, y saborear hasta el que menos pensé. Quise sentir, por primera vez lo deseé tanto. Quise ser partícipe de un amor de verano, quise entregarle mi corazón al primer ser humano, quise pensar que eras parte de mi viejo libro olvidado. Quise tratar de dejar todo aquello, de aprender de los buenos y malos momentos. Quise aplaudir ante la escena más emotiva, y derramar sólo una lágrima con la canción desencadenada. Quise vivir nuevas experiencias, valorando el beneficio de la autodependencia. Quise admirar una puesta de sol que me llenara con su calor. Quise bailar bajo la lluvia en compañía de mi locura. Quise adorar la noche estrellada, pues me brindaba una cercanía lejana. Quise devorar pilas de libros para hacer frente a mis enemigos. Quise por una vez ser una niña mala, y fui envuelta por una trampa. Quise cantar sin cesar, y las lágrimas me impidieron terminar. Quise amar inigualablemente, y lo único que logré obtener fue una mentira silente. Quise suspirar de forma inconciente y sólo pude ser indiferente. Quise pensar que todo sería mejor y no hubo algo que cambiara mi opinión. Quise aparentar que todo estaba bien, y me rendí ante tal situación, pues era imposible ganar contra tres. Quise borrar todo recuerdo que dañara, pero todos se convirtieron en las cicatrices de mi alma. Quise escuchar nuevas líneas, creer aquellas frases, y sentir ese vuelvo en el corazón que tanto esperé. Quise anhelar, volar hacia mundos nuevos y reconocer a quien estaba frente a mí.Quise una historia, cómo la anhele. Quise que alguien me dijera que las cosas estarían bien, que no había porqué preocuparme, que todo iba a pasar. Quise creer que todo tiene un porqué en esta vida, y que quizás si no es hoy... será mañana. Quise aprender de la vida, sin que me diera la espalda. Quise trotar cuando ni siquiera caminaba. Quise apropiarme de un cúmulo de emociones de la manera más abrupta posible, pensando que así lograría encontrar la solución pefecta. Quise dar un giro total a mi vida, quise impedir que ésta se me resbalara como agua por mis manos. Quise llorar, quise reír, quise crecer y quise vivir. Quise soñar que no caminabas conmigo... pero me di cuenta que tu ausencia es en realidad lo que a diario vivo.

lunes, 5 de enero de 2009

Una historia como tantas

Una de tantas escenas observadas a través del parabrisas. Podría ser escogida al azar, sin embargo, cada una tendría su propia historia. De una forma peculiar, lograba hacer suya cada escena, con la ayuda de un poco de inspiración causada por el conductor.

Imaginaba la vida de aquella niña de tacones altos que recorría la acera al lado del camino. Pensaba en que su vida quizás sería desafortunada, siendo presa de ese algo que le robó su inocencia, y que de forma premeditada las cartas jugaron en su contra. Ya no habría más helados o juegos de pelota, y tal vez los amores de adolescencia no existieron; tuvo que cambiar ello por maquillaje y vestimenta de mujer. Aquellos destellos de infancia se habían quedado atrás. Tan sólo vestigios de la ingenuidad perdida.

La conmoción causada por aquel vago pensamiento la dejo perpleja, sin embargo, mostrábale un mundo real. La música la distrajo y borró de su mente aquello. Recargó su mano sobre la del conductor y un frío escalofrío recorrió su cuerpo. Ella era afortunada al tener oportunidades que le permitían gozar de una vida confortable. Recibió un beso en la frente por parte de aquel joven, mientras su mirada se perdía a través del parabrisas, cargada de un cúmulo de silentes lágrimas.

domingo, 4 de enero de 2009

Sin palabras...

Callado... sutil... discreto de una forma inexplicable. Es el secreto compartido por dos desconocidos que se encontraron en un camino en común. No hubo intereses propios en la búsqueda del objetivo, podría decirse que fue casi meramente casualidad. Pensando contrariamente a la razón, las miradas se cruzan, las sonrisas se encubren, y un tono de normalidad finge el panorama. Nadie lo sospecharía; es un buen comienzo. No habría delatores, ni espías, cómplices o afectados. Quizás... quizás existiese un afectado... o quizás, es sólo el cuento que hay que decir para la elemental falsa verdad.

Lo haya o no; el hecho es que la atracción es innegable, la química constable y la afinidad inigualable. Quizás lejos, pero más cerca que antes, aquellas miradas entre risas y brindis, les permiten expresar mucho más. Ella se levanta, sale por un momento del salón... se dirige al jardín. Minutos después, el joven alto y de piel apiñonada se acerca, en compañía de algunos colegas. Ella observa una niña colocando una muñeca en su regazo, y su mirada se pierde en el infinito...

Instantes después, se encuentran platicando en medio de la algarabía infantil. De pronto, y al parecer sin intención alguna, el chico roza la mano de ella, y permanece inmóvil esperando reacción. Ella no se mueve, pero sigue con la plática. Es entonces, que su osadía hace gala de aparición, y trata de enlazar uno de sus dedos con los de aquella delicada mano. Ella continúa charlando permitiendo tal atrevimiento. De esta forma, es que sentados en aquellos columpios de infantes, meciéndose bajo la sombra del viejo árbol, su dedos se entrelazan permitiéndole un nuevo inquilino al corazón.

viernes, 2 de enero de 2009

l.o.v.e.

¿Y qué somos, sino momentos? Podría decir, claro está, que prefiero algunos más que otros... Lamentablemente, aunque lo desee de esa forma, a veces es imposible pasar por momentos como la decepción amorosa. Esa arpía que deja al ser repleto de dolor y pesadumbre. La cual pareciera disfrutar y tener esa sed de venganza de la alguna vez vivida, felicidad. Y es que por más que uno trate de escapar de ella... por más que se luche por no ser alcanzado, la huída siempre termina sin llevarse a cabo, con la única esperanza de ser salvados de las garras del enemigo, por el amor verdadero.

La espera puede llevar de uno a infinidad de días. Se recomienda en realidad que se tenga una acitud positiva pero sobre todode disfrutar todo y cada uno de los momentos que se presentan. Se dice por ahí que donde menos se espera es que surge la persona, o más bien, que la persona se hace notar. Causalidades o casualidades, es lo mismo, puesto que tanto puede ser patrañas como la persona indicada. Sin embargo, los grandes sueles decir, que eso se siente. Así que, qué se yo, quizás pueda ser un cosquilleo en el estómago, que la vista se nubla, que el corazón da un vuelco, el quedarse sin palabras, o el darse cuenta al conversar con la persona, por su inteligencia, suspicacia o su humor.

Así que, esto es lo único que le sirve de consuelo al alma cuando ha permitido que se le haga daño al enamorarse de la persona equivocada, de dar todo por alguien quien no se dio cuenta, entregarle su corazón a un desconocido, o quizás, de mentirse queriendo crear una historia fantástica. Tiempo es la receta que todo aquel que tiene heridas en el corazón brinda al novato, y al parecer el remedio más efectivo para el olvido. Paciencia es el nombre que la experiencia personificada aconseja para aquel que ha sufrido y espera su recompensa. Cuentos es como los llaman todos aquellos que tienen un corazón roto y no han logrado dejar a un lado el dolor que les fue causado. Misterio es como aplica en mi caso, ya que a pesar de haber tenido experiencias dolorosas, le doy la posibilidad al cuento del amor de ser real... brindando un 50-50.

Un sinfín d momentos por vivir... Instantes que quizás no quiera borrar de mi memoria, detalles que me hagan pensar que esto sí es especial, palabras que me hagan soñar y en un dos por tres me bajen de aquella nube ya era parte de mi propiedad. Habrá muchos "buenos" y ... también muchos finales tristes por vivir.... Seré parte del mundo de las dudas y preguntas sin resolver, de los malentendidos y los no sés.... Ahuyentaré a un puñado, y así llegarán unos cuantos más.... Habrá verdades y mentiras en el camino; ciclos que no cerraron e inclusive hasta pasajes revividos. Todo eso y más es lo que quizás tenga que vivir para que esa persona... me haga sentir que es él. Quizás existan muchas decepciones quizás no. sin embargo, la esperana debe ser siempre el mejor amigo de aquel idealista - como en mi caso - que cree en eso qu la gente de hae tantos años... llamaba amor.