viernes, 27 de noviembre de 2009

Sensaciones

Ella buscaba la forma indicada de describirlo. Le resultaba imposible. Sabía que se trataba de una sensación que le brindaba alegría sin igual, sin embargo, un temor existía en su interior al mismo tiempo. Se trataba de un joven. En alguna ocasión leyó que los hombres tienen pasiones, y las mujeres lo que tienen son hombres. Decidir sobre el qué hacer le resultaba imposible. Era de esas personas que analizan a cada momento lo que hacen, lo que dicen, lo que viven. Con él fue diferente. Hubo un momento donde su sistema no le permitía dejar de analizar sus acciones, sin embargo, llegó un punto en el que sólo se dejaba llevar. Eso le causó sorpresa, pero le resultaba inevitable. A su llegada, hacía las cosas como su corazón lo dictaba. Sólo eso. No encontraba la forma de dejar a un lado todo ello, y sin embargo, parecía disfrutar el no poder hacerlo. Fue que los suspiros hicieron gala de aparición. Primer paso. Con el tiempo, la imagen de él no desaparecía de su mente. Labores y él, diversión y él, familia y amigos y él. Su concentración comenzó a perderse por momentos, y la actitud positiva regía sus pensamientos y acciones. El mundo cambiaba de color cuando él se presentaba. Segundo paso.
Uno de tantos días tuvieron un momento a solas. Él hablaba de la vida, de los planes que tenía, de sus sueños y temores. Ella escuchaba atenta, y asentía con la mirada, retroalimentando aquellos pensamientos compartidos. De pronto, sin más, la conversación se detuvo. Ninguno hizo algo al respecto, pues cierto aire en el ambiente los enfocó en algo más importante. Fue cuando se reconocieron. La chica no lograba de apreciar el inigualable sentido que él lograba darle a su vida, y cuando esas miradas se cruzaron, y se detuvieron por algunos minutos, fue que entendió lo que sucedía. Se había enamorado, sin quererlo o imaginarlo. Ahora se encontraba frente a él, con esa sonrisa mágica, con esa mirada sincera y carismática, con ese joven caballero que tanto le transmitía. Él no lo dudó. Supo en ese momento que ella era especial, que no se trataba de algo superfluo. No. Era diferente con ella. Esa cabellera castaña, esos ojos grandes y hermosos que lo veían con tanto cariño, esa sonrisa que le quitaba las palabras de la boca, esa presencia en frente suyo que le ponía nervioso, feliz y estúpido al mismo tiempo. Le tomó aquellas delicadas y pequeñas manos. Ella se sobresaltó pero trató de ocultarlo, sin embargo, un ligero temblor en sus dedos la delató. Fue entonces que sin más, el chico entrelazó sus dedos con los de ella, y levantó la vista, acercando su rostro de forma sutil y respetuosa, al de la joven. Ella podía sentir su respiración entrecortada, y el aroma que tanto le gustaba de él. Sus mejillas se rozaban, y entonces el chico le susurró al oído:
- Eres simplemente indescriptible. No quiero estar sin ti un segundo más.
Ella sonrió y sintió un hormigueo en todo su cuerpo. Se sentía viva, eufórica. No creía posible que todo aquello que imaginó en sus sueños estuviese ocurriendo. Entonces lo abrazó. Colocó sus manos alrededor del cuello, deseando que nunca terminara ese momento.
- No lo harás. Siempre voy a estar.
Fue cuando hizo contacto visual con él nuevamente. El chico la había rodeado con sus brazos por la cintura, y cada vez se acercaban más. En un segundo, sus labios se habían encontrado dando paso a un maravilloso e inimaginable suceso. Sus cuerpos temblaban, sus brazos estrechaban al otro sin querer dejarse ir. El tiempo dejó de existir. Lo único que importaba, era que ambos, se encontraban ahí, dejándose controlar por el corazón. Volvieron a mirarse y sonrieron automáticamente. Sin soltarla, el joven declaró sin dejar de observar aquellos radiantes ojos:
- Te quiero.
- Y yo a ti.

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