Anoché soñé contigo. Eso, o que quizás son tantas mis ansías de saberte, que llegó el punto en que mi imaginación se cruzó con la realidad y pensé de tanto desearlo, que había tenido un sueño en el que estabas presente.
Extraño tus manos. Esas manos grandes y varoniles que eran buenas en esos días de estrés, pues todo el sentimiento de cansancio se desmoronaba teniendo un masaje de aquellas manos mágicas - como me gusta llamarlas - que me aliviaban de ataques de neurosis y permitían que consumiera menos sustancias de colillas de cigarro. Sin embargo, esas manos no eran sólo las encargadas de los masajes reconfortantes, sino de todas las travesuras donde la víctima era mi cabello; aquellos jugueteos donde éste era el protagonista y al final tenía que rehacer el peinado del día por esas manos culpables de mi falta de aliño. Esas manos, que me demostraban tu afecto con una pequeña caricia en mi rodilla, que me dieron ánimos de aliento con tus peculiares palmaditas en mi espalda, que me inspiraban a dar todo de mi con ésos tus apretones dulces, o que simplemente, aguardaron el momento más preciso, para lograr evitar que aquellas lágrimas de dolor resbalaran sobre mis mejillas, acariciando una a una éstas, tomando mi rostro tiernamente y tratando de limpiar toda evidencia de las cicatrices de mi alma.
Sin embargo, no sé si extrañe más tus manos o aquellos ojos que me incitaban a decirte el más íntimo secreto de mi persona. Esa mirada que me permitía convertirte en mi mayor confidente con el mínimo esfuerzo, la que me reprendía con sólo voltear cuando te hablaba del momento imperfecto, o sentirme aliviada al ver que aquellas pestañas iban de arriba a abajo dando sentido de aprobación ante mi relato, la cual con un simple y coqueto guiño de su parte, lograba hacerse poseedora de alguna demostración de felicidad de mi parte al recibir la sonrisa más sincera. Sin saberlo, ese par de ojos tuvo la ocasión de ver algunos de los momentos más dolorosos y nublarse por instantes ante tales situaciones; al mismo tiempo, de vivir experiencias dichosas que lograban disminuir el tamaño de aquella mirada, pero a su vez, implantaban cierto aire de felicidad que con el brillo de tus pupilas me parecía verosímil. Ciertamente es que, extraño aquellos hermosos ojos, esas ventanas de tu alma que me permitían sentirme por un pequeño instante - al momento en que me brindabas una cálida mirada - en ese lugar recóndito el cual es tu máxima posesión.
O quizás sea la sonrisa. Aquella perfecta cavidad de tu rostro que me permitía encontrar en ti al ser más elocuente al hablar. Esa linda y atractiva acusada que lograba tener efectos impredecibles sobre mi voluntad, que le permitía un aire fresco y con cierta picardía a tu semblante, que me hacía creer en ocasiones que todo sentimiento de esperanza en proceso de extinción debía regresar, seguir firme. No sé bien que logró en mi de forma integral, pero puedo decir, que esta compañera tuya fue la causa de muchos de mis dolores de estómago al tener ataques de mil y un carcajadas con todas y cada una de las ocurrencias pertenecientes a tu persona. Sin embargo, es memoria fiel en mi viaje por aquel mar conocido como añoranza, que me hace querer regresar esos días, en los que con una sonrisa hacías mi día.
De forma que, pueden ser tus manos, tus ojos o aquella sonrisa las culpables de mi nostalgia. La realidad es, que da lo mismo si es una u otra la verdadera responsable, el hecho es que, aunque un elemento tenga más efecto que otro, me haces falta. Es verdad que ahora quisiera gozar de aquella tierna mirada que me demuestre su afecto, quisiera encontrar esa sonrisa sincera que preceda el beso lleno de cariño, y que finalmente, sean esas manos mágicas, las que me brinden el sentido de protección al ser las iniciadoras del abrazo que detengan el mundo congelando esa bella escena.
Anoche... Anoche sólo tuve un sueño en el que estabas frente a mi, observándome con tus lindos ojos color café, abrazándome y dándome un beso lleno de amor.
Gallery Of Flowers Wilson Nc
Hace 1 año
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