lunes, 8 de diciembre de 2008

Sigo siendo una niña

En ocasiones recuerdo mis momentos de infante. Era muy agradable el tener la vida de alguna forma arreglada y vivir sin preocupaciones. Recerdo también, cuando mis padres y familiares mayores, entre pláticas incurrían en aquella frase que no entendía: "quién fuera niño". El sentimiento con el cual lo expresaban, me resultaba hasta de miedo, ya que eso sólo significaba que al crecer, iba a perder gran cantidad de privilegios de niña. Creía, por alguna extraña razón, que se iban a terminar los juegos y las risas, el querer saber los porqués, la imaginación, la ferviente creencia en los cuentos de hadas, los lloriqueos o temores, y que las ilusiones terminarían para dar paso a la etapa adulta. Ahora que lo soy, técnicamente hablando, ya que ni siquiera credencial de elector poseo (felicidades a la mujer responsable y ciudadana leal que al año y tantos meses de tener edad de sacar la ife no lo ha hecho), puedo decir que, es bien cierto y no lo puedo negar, que uno como niño termina olvidando muchos pendientes y quizás sus preocupaciones sean menores, pero incluso a mí, una preocupación que venía desde mi infancia (y que si no), tuvo efecto hasta hace poco que decidí bastaba de todo ello.

De modo que, quizás la niñez sea una etapa de las más bonitas de la vida, sin embargo, el hecho de ser una adulta, no ha sido la causa de que todo aquello que temía perder se esfumara en un dos por tres. De hecho, puedo afirmar que sigo siendo una de esas personas que el día que le antoja, está como loca muriéndose de la risa, "como aquella niña que estaba frente al televisor" tal cual afirma mi mamá cada que veo los simpson... En el caso de los juegos, siempre son bien recibidos. Este fin de semana, por ejemplo, me di a la tarea de juga fut-beis con mis primas dándoles la famosa "chance" de ganar, y obviamente permitiéndome no sentir tanto los estragos de las cervezas que me había tomado. Sobre el fin de querer saber los porqués, no me ha llegado, ya que mi lado curioso aflora cada que no entiendo la situación o un ALGO y entonces... intento descubrirlo. La imaginación... creo que incrementó. Es quizás extraño, pero tal vez también tiene que ver con el no querer dejar a un lado mi niña interior, y sigo absorbiendo historias fantásticas de seres irreales que despiertan mi espíritu creativo. Sobre las historias encantadas, creo que no tengo porqué decirlo, pero el que lea esto y me conoce, entiende al derecho y al revés que son mi credo, y que, para mal o para bien, tego la esperanza de en algún momento encontrar a mi príncipe azul. En referente a los lloriqueos y temores, me he dado cuenta que me lado sensible nunca se irá. Es difícil explicarlo, pero soy de esas personas que todo les conmueve, y en más de una ocasión se suelta al llanto; con los temores, es algo similar, pues de niña pensaba que los adultos no cargan con esas cosas, pero al crecer contemplo una realidad distinta, en la que quizás no hay temores a la oscuridad, pero si al hecho de lo que ocurrirá con mi futuro, entre otros miedos de mayor o menos importancia. Y finalmente, el que las ilusiones se perdieran, no sucedió. Todo lo contrario. En mi camino me he topado con eventos afortunados y otros más que quizás no me gustaría volver a vivir, pero que de cualquier modo, no han sido causa de que todo ello que anhelo, sueño o deseo, se esfume. El motor de vida se basa en aquellas experiencias de vida que me permiten buscar todo lo que quizás suene inalcanzable, pero que mi ser intentará lograr.

Lo sé. Quizás soy mucho corazón. Quizás sigo siendo aquella niña de hace algunos ayeres que no ha perdido la inocencia y espontaneidad en su vida, la ingenuidad de pensar que el mundo es color rosa. Y tal vez es así. A lo mejor, sigo siendo la misma Raquel a la que le gustan las estrellas y el color azul. Pero si dejar de hacerlo, significa borrar toda mi esperanza en este mundo, la capacidad de creer en las personas, mi gusto por conocer, el disfrute de lo ordinario, la alegría que encuentro en el más mínimo detalle, la capacidad de asombro ante las circunstancias o experiencias, el goce de cada momento, las cursilerías, risas, ilusiones o temores; entonces prefiero seguir siendo una niña que vive en su cuento de hadas y desea encontrar en el transcurso de su ruta, aquel anhelado final feliz.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

agreed.
being a kid totally rocks.

by the way, there's too much pink in your blog... it's almost poisonous.

Raquel dijo...

jajajaja... lo sé.... =( .... pero no había otra plantilla que me hiciera cambiar de parecer...

y bueno anónimo... un placer ser leída =)