Hablaban observando hacia el balcón. La lluvia caía cada vez más esporádicamente, transformándose en una ligera brisa que apenas y podía apreciarse desde la cama. Ella tenía un cigarro que se consumía poco a poco, su mirada estaba pérdida en aquello que parecía observar a través del sutil goteo que aún existía. Había anochecido ya. Él, se encontraba inmerso en todos aquellos pensamientos respecto a la última declaración de la chica, al tiempo que intentaba encontrar el punto de atención de su compañera. Fue inútil. No había algo que pudiera estar atrayendo tan magnéticamente su atención. Volteó a verla. Parecía tan indefensa, tan seria y a la vez tan distraída. Su camiseta lucía mejor en ella, y el humo de aquel cigarro le brindaba cierto aire a zozobra. Ella seguía perdida en la inmensidad de aquel panorama lúgubre. Dobló su rodilla alzando su pierna izquierda, y recargó el brazo que poseía al cancerígeno amigo. Exhaló el humo del cigarro y bajo su cabeza en el momento en que su vista se nublaba. Intentó ocultar las lágrimas derramadas con los rizos marrones que caían sobre sus hombros. Se sobresaltó cuando él hizo un intento por abrazarla, y con un gesto hacia el lado contrario del que el chico se encontraba, exigió el espacio vital que ella necesitaba. Recargó su cabeza entre su hombro y brazo derechos, tratando de secar las lágrimas con la camiseta color gris que le quedaba grande. El delineador quedó impreso en la misma, y la humedad dejó una mancha gris oscuro, que ella intentó cubrir con su cabello. Él posó su mano sobre la de ella. Fue entonces que la chica volteando su cabeza, miró frente a frente a quien en algún momento había considerado su pareja. ¿Dónde había quedado el amor de antaño? ¿Es que toda la magia de la febril ilusión se había disipado, de la misma manera que la lluvia cesaba poco a poco, de un momento a otro?
Se dio cuenta cuando vio a través sus pupilas. El iris color a hierba fresca que tanto disfrutaba observar, no proyectaba la luz de antes. Ya no se veía reflejado en el brillo de aquella centelleante mirada. Apretó su quijada en su afán de no reflejar el dolor que sentía, y tragó la mayor cantidad de saliva que pudo para aguantarse esas espantosas ganas de llorar que tenía. No parecía ser la misma de algunas estaciones atrás. El otoño no le iba bien, le brindaba una atmósfera espectral, que nunca antes había mostrado. Ya no era más esa princesa de cuentos encantados que disfrutaba de los picnics en los jardines de primavera saboreando la “mágica” luz del atardecer que traspasaba las hojas de los árboles hasta su mirada curiosa que jugaba a descubrirle figuras a las nubes. Ya no era aquella niña en cuerpo de mujer que gozaba de los helados de chocolate y las caricaturas animadas. No había resquicio alguno en el aire de todas esas canciones que tanto disfrutó escuchar por esa cálida, hermosa y tenue voz. En cambio, frente a él había un alma vieja encerrada en el cuerpo de la misma chica de la que se enamoró. Su mirada penetrante, su pose desenfadada, su adicción al cigarrillo, sus rizos castaños que caían sin algún cuidado por aquellos tersos hombros, su cuerpo menos voluminoso que ahora mostraba rastros de extremada delgadez y exponía algunos de sus huesos sobre aquella piel apiñonada manifestaban un cambio, del que parecía no haberse percatado en todo ese lapso de tiempo a su lado.
- ¿A qué juegas? ¿Qué es lo que quieres? – estalló lleno de rabia, exigiendo una respuesta a toda aquella impotencia y dolor que guardaba en su ser
- No lo sé. Es sólo que es septiembre y a veces todavía lo recuerdo – respondió la chica sin inmutarse al observarlo a los ojos
Gallery Of Flowers Wilson Nc
Hace 1 año
1 comentario:
no sabria como reaccionar ante tal respuesta, pero si creo q es un adios total del q hay q salir adelante. Fabuloso como siempre!
E.
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