lunes, 15 de febrero de 2010

Del estar ausente y con buenas intenciones...

En ocasiones es imposible estar en los momentos necesarios. Lamentablemente la rueda mágica que es la vida provoca muchas situaciones como ésta. Si las intenciones tuvieran efectos tangibles, este mundo alcanzaría el mayor de sus esplendores. Sin embargo, la realidad refleja que los actos son siempre el resultado de lo que vemos a diario. Precisamente esta es la razón de mi entrada: el hacer repercute más que el esperar, que el sentir, que el querer, que el pensar.
Dedicada para mi querido amigo Lego. Esperando lleve a cabo los actos, y lamentando no estar con él para llevar a cabo dicho plan, aunque animándolo a que realice en mi inútil presencia bien intencionada - o la ausencia con buenas intenciones - a realizarlo.



Desde una ciudad alejada aún me escribe. Frecuentamos mundos distintos y me emociona hablar con él sobre cualquier punto en común que compartan éstos. Lo más extraño, debo confesar, es la similitud de pensamientos que pueden tener aquellas dos cabezas, que pocas vivencias y entornos comparten en realidad. Sin embargo, la pasión por lo que soñamos alcanzar no es lo único que me gusta hacer en su compañía. Calidad de momentos ociosos hemos tenido al por mayor, y los instantes bohemios en presencia de la música idónea son elemento clave de cada ritual en aquel medio de transporte que podría contar tanto; ya sea la primera, segunda o tercera versión. Las risas siempre forman parte de su charla, brindando un espacio de tonterías, pero también de reflexiones, ya sea por el malestar de la sociedad actual, o los secretos escondidos de la metrópoli. Creo que sin esperarlo fue que entró a mi vida, pero al hacerlo no imaginé el impacto que causaría; sólo el tiempo me dejó ver que era un joven diferente, y eso era lo primordial para el lazo que poco a poco fuimos formando.
No estoy segura si en unos años las cosas sean de la misma forma. Me gustaría que fuera así, y que pudiera estar al tanto de su vida así como él de la mía del mismo modo que hacemos después de algunos años de conocernos. Esperaría que en el futuro lejano gozara de esos instantes a su lado que me dan la oportunidad de dejar por un momento – mínimo que parezca – mi mundo real. Disfrutaría cada charla, café, carta, comida, llamada, cigarrillo o espacio silencioso siempre, pues en cada uno de esos momentos es que logro reconocerlo más, y darme cuenta de que su presencia no se extinguirá.
A veces me entristece saberlo herido, desilusionado, pensativo o reservado; es en esas ocasiones cuando en realidad la distancia se vuelve un problema, pues no puedo estar dándole un abrazo, o diciéndole “todo va a estar bien” para tratar de sopesar sus males. Lo llamo y quiero hacer que su mundo cambie con sólo unas palabras, sin embargo éstas se vuelven inútiles cuando no estamos frente a frente para filosofar sobre la vida por largo rato.
Es éste último detalle el cual me tiene escribiendo aquí hoy día. Me gustaría decir que todo estará bien, que estoy contigo siempre; sin embargo, las palabras se disipan como lo hace la ventisca de media tarde en un día frío. Desearía estar allí contigo, y reafirmarte todas aquellas razones por las cuales disfrutamos del estar, del sentir, del vivir. Pero no estoy hoy ahí. Me encuentro a kilómetros de tu mundo, y me duele saber que tu estado anímico no es el mejor. Me encantaría darte un abrazo y tratar de hacerte reír con cualquier ocurrencia boba, pero no lo puedo hacer.
Ayer fue día de los enamorados, y es un día que normalmente no afectaría a alguien como tú, pero las circunstancias han propiciado que así sea. Mi comentario al respecto sería, que en compañía de una bebida tranquilizante y después de haberte dado una ducha de agua caliente, te recuestes en tu cama cobijado, y disfrutes de una obra de Benedetti: la tregua. Recomiendo esto por ser mi novela favorita, y por el hecho de que la próxima vez sea algo más a la lista de pendientes por hablar. Una cosa más: después de hacer esto, tómate un día libre y ve a una de esas librerías que tanto nos gusta frecuentar. Toma uno o dos ejemplares que te llamen la atención, y a tu vuelta comparte el análisis que realizaste de dichos textos, que espero recibir específicamente con motivos de investigación. No lo dudes. Siempre hay algo nuevo que descubrir. Cuando salgas date el tiempo de observar cada detalle de aquellas calles, con precaución claro está, y disfruta el paisaje que esa y sólo esa magnífica ciudad te permiten. En mi honor, dirígete a contemplar esa bella pieza arquitectónica que tanto deseo conocer, y al finalizar, comparte con un buen amigo tuyo que disfrute el arte algún acto de esta índole, llámese concierto, exposición o puesta en escena. Todo está permitido. Todo ello, con el propósito de que cuando te vea, mi ausencia temporal con buenas intenciones, haya tenido frutos.

No hay comentarios: