jueves, 11 de febrero de 2010

Historias del libro de páginas amarillas

No la conocía. Prácticamente creía saberlo todo de ella, y cuánto le falto en realidad. No es completamente su culpa, el tiempo quizás tampoco ayudó mucho a ello. Sin embargo, es una pena. Una triste y deprimente sensación el hecho de que no hubo esa oportunidad, pues a escasos, mínimos instantes de dar un paso más, revertió el efecto. Cuesta trabajo asimilarlo, y dar por hecho que aquello que tanto temía fuese cosa certera, pero cuando reflexiona y da en el clavo, es más fácil salir de ese incierto contemplar. La recomendación sería evitar la soledad en ese momento, pues de antemano es cierto, que es mucho mejor con un buen amigo a lado. Un breve lapso de tiempo, un instante a su lado, y no se necesita nada más que un buen café, un tentador cigarro, un delicioso chocolate casero, una buena dona de azúcar, o qué sé yo… hasta un dietético yogur de fresa; todo ello es sólo complemento, lo importante es la presencia de un buen escucha, una inteligente y audaz mentalidad, un bohemio que disfrute de las mismas estrellas que observas desde tu ventana cada noche. Porque es él quien te va a escuchar, quien logrará descifrar cada una de las enigmáticas ideas que aturden tu pensamiento, quien intentará hacerte sonreír cuando estás a punto de llorar, quien con un recuerdo ridículo de su persona hará su lucha por borrar de tu mente toda esa maraña de depresivos males, aunque sea por un momento en que sueltes una carcajada como pocas veces lo haces y él crea cumplir el cometido del buen acompañante amistoso. Sin embargo, muchas otras veces no tendrá la más remota respuesta adecuada, dirá que él no te merece, que es inmaduro, arrogante, patán… cualquier adjetivo que se le ocurra en el momento para atacar a la persona que hirió los sentimientos de esa frágil niña que no se quita el disfraz de mujer de mundo. Porque la conoce, porque sabe que a pesar de que niegue y sea terca disfrutando la peculiar necedad de su persona, en el fondo es la más ingenua de todas, la más volátil, la más sensible… es sólo ella. Pero es la ella de toda la vida, la que disfruta el pasar de la vida en una tarde otoñal, la que cree que todo puede suceder, la que sueña cambiar al mundo en un santiamén y sonríe maravillosamente cuando confiesa ese secreto, la que viaja mentalmente a inimaginables mundos encontrando la pacífica y cálida sensación del amor… Es sólo ella quien a cada paso que da, en cada palabra que evoca, despierta innumerables pasiones a su alrededor. Es simplemente una tierna y hermosa joven que nadie puede merecer. No hay más que detallar. La dulzura de aquellas palabras basta para entender que quizás no te lo diga, pero no hace falta, porque sabes bien que tiene una concepción de tu persona como de nadie lo ha hecho. Así que entiéndelo, dale oportunidad de demostrarte todo ese cariño con sus frases molestas, con sus argumentos sin sentido, con esas miradas honestas, palabras torpes, regaños paternales, bromas pesadas, ademanes varoniles, golpecitos infantiles; con todo aquello que los hombres hacen con objeto de intentar hacerte ver que eres especial, aunque en ocasiones no logren tal propósito. Saborea cada momento así, porque el día de mañana que la vida los lleve en distintos destinos y tu mundo se vaya abajo por cualquiera que sea el problema que tienes en ese momento, quizás no logres llamarlo con el pensamiento y puedan hablar durante la noche entera de ocurrencias, líos y reflexiones. Quizás sea imposible mandarle un mensaje para que te escuche y te devuelva la llamada diez minutos después o llegue a tu casa con un seis de cerveza y una cajetilla de cigarros brindándote el tiempo que necesitas para desahogarte, o que el fin de semana de ese mismo día fatídico te robe un día completo en el que te lleve a ver una puesta en escena de las que tanto disfrutas, te sumerja en un mundo alterno en donde los helados y las horas de confesión en un silencioso y plácido jardín sean suficientes para sanar. Tal vez no hay una oportunidad más para que recibas cartas enormes de su parte, en donde te reafirme tus tantas cualidades, en donde te haga sentir protegida y mimada a pesar de la distancia. Podría no existir un mañana con él por muchas razones… por eso es que hoy que está aquí goza cada instante en su compañía, llora y deprímete, canta y sonríe… sé tú a su lado, sé tú con él, déjalo estar contigo y nada más, valorando cada uno de aquellos segundos a su lado… Para que el día de mañana, si por alguna u otra circunstancia no está, rememores al menos uno de todos aquellos recuerdos de esa sincera y perfecta amistad que te llenó de vida, que logró marcar el rumbo de tu destino, que dejó una huella imborrable en la historia de tu viejo libro de páginas amarillentas y así, logre al menos una vez más robarte una sonrisa en tiempos de zozobra de forma ausente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿sabes? me gustaría que en mi vida existiera una persona como tú, de ésas que pasan los años y mantienen relaciones a pesar del tiempo. En horabuena por amistades como éstas.
p.d. a pesar de la ausencia, la intención tiene importancia.

E.